El día 6 de octubre, empezamos el Sínodo especial para la Amazonía, que se extenderá hasta el día 27 de este mismo mes.
La asamblea sinodal cuenta con la presencia de 28 cardenales, 29 arzobispos, 62 obispos titulares, 7 obispos auxiliares, 27 vicarios apostólicos, 10 obispos prelados y 21 miembros no-obispos (sacerdotes, religiosas y laicos).
Entre los obispos brasileños, estamos dos de la Congregación de la Misión: Mons. Evaldo Carvalho, de la diócesis de Viana, en el estado de Maranhão, y Mons. Fernando Barbosa, de la Prelatura de Tefé, en el estado de Amazonas.
Obviamente, no estamos representando directamente la Congregación en el Sínodo, pero no dejamos de ser una presencia vicenciana en esta asamblea, una vez que traemos en nuestra identidad misionera la marca del carisma de San Vicente de Paúl.
El punto de partida para todo el conjunto de discusiones del Sínodo es la crisis socio ambiental, es decir, la crisis ecológica, la crisis climática provocada por la devastación y la degradación de la selva y la crisis social como resultado de la agresión a la naturaleza, lo que genera pobreza y miseria, afectando principalmente a los indígenas, los que viven a los márgenes de los ríos (ribereños), los descendientes de los esclavos africanos (quilombolas) y los pequeños labradores.
En la Encíclica ‘Laudato si’, el Papa Francisco afirma que todo está inter-relacionado: los seres humanos y la naturaleza. El daño que causamos a la naturaleza acaba destruyendo el proprio ser humano.
En Puerto Maldonado, Perú, en su discurso a los pueblos indígenas, el 19 de enero de 2018, el Papa Francisco declaró: “Probablemente, los pueblos originarios amazónicos jamás estuvieran tan amenazados en sus territorios como lo están ahora”.
La pregunta a la que estamos llamados a responder en este Sínodo es: ¿qué respuestas podemos dar a esa situación? O, en otros términos, ¿qué caminos de evangelización debemos señalar frente a un sistema económico que destruye la selva, contamina los ríos, invade las tierras, expulsa y mata a los pueblos originarios de sus tierras?
La Iglesia en salida en la Amazonía no puede estar ajena a esa grave situación. Por eso, entiende que el cuidado de la casa común forma parte de su misión. En efecto, la Amazonía es un territorio donde la Iglesia está llamada a hacer presente el Reino de Dios.
En ese sentido, reflexionamos también sobre el rostro amazónico de la Iglesia, a partir de su opción preferencial por y con los pobres, abordando temas como los ministerios, el papel de las mujeres, la celebración de los sacramentos en las comunidades más lejanas, especialmente la Eucaristía.
El tema de este Sínodo es: nuevos caminos para la Iglesia y para la ecología integral. Así, intentaremos encontrar juntos respuestas adecuadas para los grandes desafíos pastorales y sociales de la región pan-amazónica.
No nos reunimos aquí en Roma para ofrecer respuestas acabadas para los problemas de la Amazonía. En proceso sinodal, es decir, caminando juntos, queremos oír el grito de la tierra y el clamor de los pobres, para discernir que caminos nuevos señala el Espíritu Santo para la Pan-Amazonía.
Participamos con mucha esperanza de este Sínodo, como obispos e hijos de San Vicente, agradecidos por la oportunidad de poder compartir los desafíos y perspectivas de la región y con la audacia de abrir nuevos caminos para que la Buena Nueva del Reino llegue hasta las periferias del mundo.
Que San Vicente de Paúl y nuestros santos misioneros intercedan por este evento eclesial para que, en el respeto a la belleza de la Creación, todos los pueblos de la tierra alaben a Dios, y por Él iluminados, recorran caminos de justicia y de paz, como afirma el Papa Francisco en la convocación de esta Asamblea Especial para la región Pan-Amazónica.
Mons. Evaldo Carvalho, CM
Diócesis de Viana