Los miembros de la Congregación de la Misión, hijos de San Vicente de Paúl, convocados para trabajar en la Evangelización y Servicio a los pobres, a los más postergados de la sociedad, no podemos permanecer ni impasibles ni silenciosos, ante la situación violenta que vive en este momento nuestro país, como consecuencia de largos años de postergación, injusticia y desigualdad.

Rechazamos la violencia desatada, en medio de legítimas manifestaciones de descontento y reivindicación del derecho a condiciones de mayor justicia y equidad. La violencia irracional, que lo destruye todo y pone en peligro la integridad y la vida de las personas, claramente no es aceptable. Rechazamos, también, la respuesta simplista de que lo que está sucediendo es sólo obra de exaltados y delincuentes, desconociendo las causas profundas de este estallido social.

Porque violencia no son sólo las manifestaciones y la destrucción de estos días. También es violencia todo aquello que sufren los pobres e incluso las capas medias de la sociedad: Violencia es el alza de los pasajes del Metro, las pensiones miserables, las alzas de los combustibles, la energía eléctrica. Violencia es la desigualdad en el acceso a la educación, la salud y a otros bienes esenciales. Violencia es la concentración de la riqueza en pocas manos y sus privilegios. Violencia es la falta de protección contra la delincuencia en los sectores más populares. Violencia es también la represión violenta de manifestaciones pacíficas y el trato denigrante o displicente hacia los más humildes o a quienes tienen una opinión distinta. Violencia es también legislar para mantener la desigualdad y que los trabajadores pagando proporcionalmente más impuestos que las grandes empresas y los más acaudalados de la sociedad.

Solidarizamos, por lo tanto, con todos aquéllos que se cansaron de recibir siempre malas noticias, los que siguen recibiendo salarios miserables, mientras los precios se incrementan una y otra vez, los que se sienten abusados y estafados. Solidarizamos con quienes se levantan para exigir sus derechos. Solidarizamos y nos unimos al clamor de los más pobres y de aquellos sectores medios cada vez más empobrecidos.

Clamamos, junto a los postergados, por una respuesta urgente, respetuosa y digna a sus legítimas demandas. Sólo que el diálogo, la escucha respetuosa, la búsqueda sincera de soluciones, lo que nos llevará a la superación de los problemas que hoy vivimos y no medidas de fuerza, que sólo consiguen exasperar más los ánimos y podrían conducir a una tragedia.

San Vicente de Paúl nos enseñó que la caridad no sólo consiste en dar auxilio inmediato a los que están en necesidad, sino que también significa enseñar a la gente ganarse el sustento y a ser conscientes de su dignidad. San Vicente nos enseñó que caridad es también cómo a veces es necesario enfrentar al sistema establecido y abogar y trabajar por la superación de las estructuras injustas de la sociedad.

Al Señor de la historia, liberador de los pobres, príncipe de la paz y Dios de toda justicia, invocamos para que calme los ánimos y ablande el corazón de aquéllos que tienen el poder y los medios para procurar que injusticias y desigualdades puedan revertirse y por el contrario, los más pobres y postergados puedan, por fin, recibir BUENAS NOTICIAS.

Congregación de la Misión
Provincia de Chile
Santiago, 20 de octubre de 2019.