Estas breves líneas se proponen para ayudar a descubrir a San Vicente de Paúl como Santo; no sólo de la caridad, de los pobres, de los seminarios, de las misiones, como cofundador de las Hijas de la Caridad; más también como hombre de la Palabra de Dios. El desarrollo de este tema, de una manera amplia, requeriría mucho espacio debido a la gran herencia escrita que Vicente de Paúl nos ha dejado. De esta manera, se intenta estimular al lector a aprender de San Vicente el amor y el gusto por la palabra de Dios.

Visto que estas páginas no profundizan en el tema, como en las investigaciones o en los análisis bíblicos, han de mirar sobre todo que quiénes, en cualquier modo, se nutren de la espiritualidad de San Vicente vayan creciendo, desde el ejemplo del Santo, y cultivando el arte de la palabra de Dios en cada etapa de su vida, también como lectio divina en modo que ésta se convierta en la raíz y el fundamento constitutivo del propio edificio espiritual para llevar a los pobres un anuncio de salvación. “El hijo de Dios -escribe San Vicente- es el icono sobre el cual debemos formar nuestra vida”. Por eso se descubre que el modo de leer y meditar la Escritura de Vicente se coloca esencialmente en la misma línea en como la realizaron los Padres de la Iglesia. 

Particularmente todos sus escritos están casi resumidos en un pequeño comentario en algunos puntos de una obra magistral de San Vicente como son “las Reglas Comunes de la Congregación de la Misión”, un pequeño libro que el Santo distribuyó a sus misioneros en 1658 después de haberlas experimentado en la comunidad por algunos decenios.

Esta pequeña y maravillosa obra, necesariamente actualizada hoy según el Concilio Vaticano II y las autoridades competentes de la Congregación, queda como un fundamento de espiritualidad, también para muchas otras personas entregadas a Dios, en particular para aquellos cuyo Carisma se desarrolla en el darse a Dios por medio de la asistencia, el servicio y la evangelización de los pobres. Aunque “los pobres los tenéis siempre con vosotros (Jn. 12,8)” todavía no se entiende ofrecer cualquier reflexión sobre cualquier punto de este libro de espiritualidad porque un comentario amplio requeriría un empeño más amplio en el pensamiento de San Vicente para descubrir su vinculación a la Palabra de Dios. Así como tantos en la Iglesia del Papa Francisco ven a Cristo en los pobres y en los pobres en Cristo pensamos que encontramos en la enseñanza de San Vicente un maravilloso soporte para su camino de anunciar el Evangelio y de servir a los pobres.

Benedicto XVI en la audiencia del 24 de octubre de 2007 hablando sobre San Ambrosio dice que el Santo obispo había iniciado en Occidente la práctica de la lectio divina precisando que: “El método de la lectio llegó a guiar toda la predicación y los escritos de san Ambrosio, que surgen precisamente de la escucha orante de la palabra de Dios”. Aquí se encuentra una de las claves para comprender la relación entre San Vicente y la Sagrada Escritura. Como en San Ambrosio la palabra de Dios ha guiado toda la vida, la predicación y las obras de San Vicente que iniciaba siempre de una escucha orante de la palabra de Dios. El Papa Benedicto dice también, en la misma audiencia, haciendo referencia a una palabra de San Agustín que alerta al predicador: “para no volverse…predicadores vacíos de la Palabra, que no la escuchan en su interior””. Sin lugar a duda, San Vicente había aprendido esto de “escuchar desde el interior”. La asiduidad en la lectura de la Sagrada Escritura desde una atención orante, así como de acoger en el propio espíritu la Palabra de Dios. De este modo, se podría decir que San Vicente se coloca en la misma línea de San Agustín y San Ambrosio como un hombre de la Palabra de Dios. 

San Vicente exhorta a los misioneros a leer cada día un capítulo del Nuevo Testamento, posiblemente de rodillas, invocando a Dios antes y después de la lectura. Obliga a los misioneros a hacer todos los días una hora de oración mental necesaria para cultivar la “unidad a nuestro Señor”, a sus ejemplos y a sus sentimientos. Este era el secreto de escuchar la palabra de Dios en el interior antes de proclamarla a los demás.

Advertía a la Comunidad de no poner ningún libro sobre el texto de la Escritura por respeto a la Palabra de Dios. No quería que se citase la Escritura por juego o por chiste. Cada uno de sus pensamientos y enseñanzas estaban fundadas en los ejemplos de Nuestro Señor porque “escuchaba la palabra de Dios desde el interior”.

Finalmente, el objetivo de este pequeño libro no es presentar un manual para organizar proyectos útiles y ventajosos para los pobres o encontrar nuevos modos y medios para andar al encuentro de sus múltiples y jamás escuchadas necesidades. Existen tantas personas, muchas de ellas entregadas sinceramente, Que se entregan totalmente en esta periferia existencial. aquí se puede sottolinear Lo que se entiende por trabajar en estas periferias, se necesita seguir el gran programa presentado por el Papa Francisco en aparecida (29-30 julio 2017) Que se resumen en dos palabras “Cristo y los pobres”. Y a quién le preguntaba cuál debía ser el programa de este encuentro inolvidable él respondía cada vez de la misma manera: “Cristo y los pobres”. No basta servir a los pobres, perder tiempo y medios para ellos, organizar proyectos para ellos, si no se inicia y se termina con el misterio y el amor de Jesús predicado por la Iglesia, que se convierte para todos, y para los pobres en particular, en el centro de atracción y la fuente del amor en una nueva vida. Como no basta predicar a Cristo también con gran celo y riqueza doctrinal sino si no se va al encuentro de los hermanos y hermanas pobres como el Buen Samaritano.

P. Italo Zedde, CM
Provincia de Italia