El 12 de febrero de 2020, fuimos favorecidos con un rico documento, la Exhortación Apostólica Post-Sinodal “QUIERO AMAZONIA”. La fecha es muy significativa para nosotros que habitamos en esta tierra amazónica, pues coincide con la conmemoración del martirio, hace 15 años, de la hermana Dorothy Stang. Ella pertenecía a la Congregación de las hermanas de Nuestra Señora de Namur y estaba como misionera en el Brasil desde el año 1966, siempre acompañando a los campesinos y trabajadores. Se empeñó en la defensa de los mas necesitados y el cuidado de la Casa Común. Fue una mujer de una gran fe y su testimonio de vida sirvió de inspiración para los misioneros que ahí llegaron.

El documento del Santo Padre es una carta de amor y de respeto por nuestra “Querida Amazonia”. La Exhortación nos ayuda a profundizar en esta tierra tan rica en belleza, en frutos y de personas bien acogedoras. Soñar con Amazonia es sonar con un mundo cada vez mejor. Necesitamos de la capacidad de admirar para cuidar nuestra Casa Común. De hecho, La Amazonía es un tesoro, no para ser descubierto y explotado, si para ser contemplado con admiración, cuidado y celo.

Cuando el Papa presenta sus sueños en el documento, nos hace recordar la intuición del poeta que dice: “Cuando se sueña solo, es únicamente un sueño, pero cuando se sueña juntos, es el comienzo de la realidad”. Ojalá que los sueños del Papa Francisco se hagan realidad y que sean los sueños de todos nosotros. Oremos para que más misioneros se pongan a disposición para ir a esas tierras de clima caliente y de personas acogedoras. Queremos aprender con los pueblos nativos a cuidar de la Casa Común sin pretender explotarla.

Como misioneros que beben y caminan motivados por el carisma legado por San Vicente, estamos llamados a interiorizar y comulgar con los sueños de nuestro querido papa Francisco: “Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida. Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana. Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas. Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos” (QA 7). Se trata de un sueño social: estar al lado de los oprimidos. De un sueño cultural: cuidar de el poliedro amazónico. De un sueño ecológico: unir cuidado del ambiente con el cuidado de las personas. E de un sueño eclesial: impulsar y dinamizar una Iglesia con rostro amazónico.

Con el Sínodo de la Amazonia y con este documento del Santo Padre, la Amazonia se tornó aun mas conocida. ¡Quiera Dios sea mucho más respetada y valorada!

Vivir en Rondonia, en el corazón de la Amazonia brasilera, significa un cúmulo de experiencias misioneras.  Es una realidad que nos desafía. Sim embargo, la misión tiene sus bellezas y riquezas. Evangelizar en esta basta zona implica comprometerse con los hermanos y hermanas haciendo que “el Reino de Dios se haga presente en el mundo” (EG 176); salir de nuestros propios intereses para ir al encuentro de los otros con un gran sentido de apertura a las sorpresas del Reino. Es necesario trabajar con fe y alegría en la gran obra que a Dios le pertenece. Somos convocados a ser colaboradores suyos sin dejar que nos roben el entusiasmo misionero (EG 80). No podemos olvidar que somos instrumentos en las manos del Señor de la Mies. Estar en una obra de misión significa ser presencia amiga y profética, capaz de comunicar el amor y la misericordia de Dios en las diferentes acciones, palabras y testimonio de vida.

Siguiendo el carisma de San Vicente de Paúl, debemos unirnos como Familia Vicentina y formar equipos de trabajo misionero itinerantes para “anunciar el Evangelio a los pobres” y defender sus causas, luchando juntos con y por los pobres de esta inmensa  región, dejándonos desafiar por ella, formando Iglesia que sale al encuentro de quienes necesitan de nuestra presencia y apoyo. Agradezcamos por la Amazonia, por su generosa y exuberante belleza, por su riqueza ofrecida a todos. La Amazonia tiene una hermosura que se debe mantener y una cultura que se debe preservar. Eso es fuente de vida, de alegría e de felicidad para todos los que aquí habitamos.

P. Gustavo Alivino Silva, C.M
Província de Rio de Janeiro
Itapuã do Oeste
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