Del 11 al 18 de enero acompañé en sus ejercicios espirituales a los cohermanos de la “Región” de Cuba. Recordémoslo: dejaron de ser “Provincia”. Ahora son “Región” que pertenece a la Curia General. La conforman 3 sacerdotes cubanos y un diácono, también de la Isla. El hermano coadjutor y 3 sacerdotes son colombianos. Ya pasa de 40 años nuestra presencia ininterrumpida en ese país. Y por cierto, ha sido una presencia de muy grata memoria. Un sacerdote más es norteamericano y otro argentino. Hay, además de lo anterior, dos jóvenes que hicieron sus buenos propósitos al terminar el retiro. Comienzan ahora la teología.

Un centro de culto y dos parroquias en cada extremo de la isla son los campos de misión. El centro de culto está en La Habana: Santuario de La Merced. Tiene que ver mucho con el sincretismo religioso, porque para “Los Santeros” en la persona de la Virgen de La Merced se venera a Obatalá, divinidad africana. La parroquia de oriente es rural, la de occidente, urbana, en la capital.

Lo dicho hasta acá es un botón de muestra de lo que sucede en la vida pastoral de la Iglesia Cubana. De 300 sacerdotes más de 150 son extranjeros, de más de 20 nacionalidades. De las 600 religiosas sólo un 10% son cubanas. Aquí también el Espíritu Santo ignora cuáles son las comunidades religiosas femeninas que trabajan en Cuba. Aunque arriesgado, hay que decirlo: esa policromía que podría ser una riqueza, se convierte en un problema: no es fácil unificar -no digo uniformar- tantos cada uno con sus cada unadas… Hay algo más que preocupa a quienes están al frente de la coordinación pastoral: la “transitoriedad” de quienes vienen a colaborar: están un año… tal vez el próximo… se van posiblemente en el tercero… La transitoriedad de las personas lleva consigo la casi inevitable transitoriedad de los proyectos.

En la canoa de la Iglesia Cubana el episcopado y no pocos laicos extraordinariamente comprometidos, mantienen la dirección interpretando la posición de estrellas orientadoras y prometedoras. Buscan y piden al Señor agentes de pastoral que remen con fuerza y permanentemente, imaginando lo que les espera en el horizonte. Subidos todos en la misma canoa y entre todos buscando una Iglesia mejor bajo el impulso siempre nuevo del Espíritu Santo. (cfr. Cristus vivit, 201)

Fr. Francisco Salamanca, CM
Provincia de Colombia