1. Localización del proyecto de Cambio Sistémico
Jangany es un pueblo apartado ubicado en Madagascar, en el centro de la llanura del Horombé, casi imposible de encontrar en medio de la sabana y la tierra roja quemada por el sol del sur de Madagascar. Las calles son sencillos caminos de tierra batida. Los ríos sin puentes se pueden vadear solo a través de vados improvisados. Hará unos veinte años Jangany era el típico pueblecito malgache de 400 habitantes que vivían en cabañas construidas con ramas empastadas con fango y cubiertas de hierbas secas de la sabana. La zona misionera se extendía alrededor de 1000 km2 y estaba habitada por diferentes etnias. Las más importantes eran los Bara, los Betzileo y los Tandroy, de los que se estima que hubiera alrededor de 10.000. se trataba de gente pobre, que vivía en el límite de la subsistencia, comiendo solo de lo que daba la tierra y la cría: arroz, mandioca y carne de cebú. Su único vestido era el lamba, una especie de manto ligero y de vivos colores, que les acompañaba por toda la vida y con el que incluso eran amortajados. Eran poblaciones ricas en tradiciones religiosas, con sus ritos propios (fomba). Había 19 pueblos en los que residían pequeños grupos de cristianos, que habían nacido de las misiones de evangelización de los padres de Ihosy. El 1 de enero de 1996 llegó allí el padre Tonino Cogoni con el proyecto, elaborado con los cohermanos de la antigua Provincia de Turín y el Obispo de la diócesis de Ihosy, de construir un centro misionero que se dedicara a la promoción humana de esta tierra.
2. La idea guía del cambio sistémico
Hoy en día, Jangany se ha convertido en una pequeña ciudad de unos 9.000 habitantes, donde los bautizados representan al 15% de la población, y la gente ha visto elevado su propio estándar de vida, de tal modo que muchas personas pobres han encontrado la posibilidad de ver realzada su propia condición humana. El pueblo ha crecido porque los habitantes de los pueblos vecinos han comenzado a converger también hacia él, encontrando respuesta a sus necesidades esenciales: escuelas para los niños, posibilidad de trabajo, cuidado de la salud, mayores posibilidades de intercambio comercial. El mercado de Jangany se ha convertido en el más importante de toda la zona y uno de los más frecuentados del sur de Madagascar. La idea guía del proyecto siempre ha sido y es que la evangelización pasa por la promoción humana. El motor del desarrollo ha sido la oferta de primera escolarización para los niños, que ha llegado a agrupar la casi, totalidad de los niños y jóvenes . El proyecto de alfabetización extendido para todos los niños de la región ha conseguido que las familias puedan ver la posibilidad de un mejor futuro para sus hijos. La superación de las resistencias culturales se ha conseguido gracias a la sinergia con el trabajo de las Hijas de la Caridad y los cohermanos malgaches. A la vez que el proyecto-escuela también se ha incentivado la actividad socioeconómica, con proyectos que solucionan el problema del agua, la energía eléctrica y la salud, sobre todo con un dispensario que trata, además de diversas enfermedades, a las mujeres embarazadas de la zona, de tal forma que se reduzca la mortalidad infantil. En definitiva, a la vez que los niños de la escuela primaria iban creciendo, nació también la exigencia de un horizonte positivo para el futuro de las nuevas familias. Evidentemente, la posibilidad de desarrollo para una región tan apartada como Jangany se debía basar sobre todo en la agricultura y la ganadería. Por lo tanto, dado que el nivel de los cultivos agrícolas era muy primitivo y limitado por diversas tradiciones asociadas a ellos, la Misión ha abierto un Centro de Formación Agraria que se dedique a introducir nuevas técnicas para la cría de animales y los cultivos. Por último, se ha creado un liceo para los estudios superiores, y el proyecto Jangany ha podido cubrir las exigencias de los jóvenes más capacitados para seguir formándose, limitados por la distancia de los centros donde están las escuelas superiores. La energía de cambio se debe atribuir a la constancia del padre Tonino, que siempre ha creído en la empresa de desarrollo de este territorio, pero sobre todo a la capacidad de unión de las fuerzas positivas de la gente, a partir de la fe unida a la de los Misioneros y las Hijas de la Caridad de Madagascar. Tampoco puede pasar desapercibida la aportación de una red de voluntarios italianos, que han ofrecido apoyos para la enseñanza, la cuestión técnica y el desarrollo económico en esta empresa de desarrollo social. Esta red siempre viene alimentada por el mantenimiento de una comunicación, el continuo análisis de las necesidades que se evidencian y la elaboración de microproyectos que resuelven los problemas evidenciados.
3. El salto social con la energía eléctrica solar
Uno de los saltos sociales de mayor importancia ha ocurrido a partir de septiembre del 2017, cuando el pueblo, la Misión y sus escuelas han podido liberarse de la dependencia del gasóleo para la energía eléctrica, que tenía un costo demasiado elevado para los recursos del pueblo. Los costes del grupo electrógeno, que funcionaba a gasóleo, se habían vuelto insostenibles, y estaba suponiendo un freno para el desarrollo: la energía para los pozos y las oficinas, las luces de las escuelas y el pensionado, las pocas casas del pueblo conectadas a este generador… funcionaban a saltos. Hasta esa fecha, el grupo electrógeno distribuía energía cada noche de seis a nueve. Había un contador que tenía bajo control el consumo y los gastos. Las familias conectadas a la electricidad eran un centenar y habían podido experimentar la utilidad de tenerla. Así, había crecido de forma importante la petición para más casas, pero los gastos empezaban a ser cada vez menos sostenibles. Así que se hizo la elección de apuntar a la energía solar como solución: una energía limpia y barata, tanto en su implantación como en su mantenimiento. Tras tres años de estudio del problema, siete técnicos voluntarios de Turín han llevado el material desde Italia y han instalado cables y un campo entero de paneles solares para la producción de 64 kw. Los cables que la derivan (800 metros de cable) se han enterrado a un metro de profundidad en un par de jornadas con la ayuda de un centenar de jóvenes del pueblo. Las centralitas se han cableado para implementar la distribución. Y 2 km de cables derivados han comenzado a distribuir energía fotovoltaica a todo el pueblo, la escuela y el centro de formación agraria. Ahora, con la energía, se pueden iniciar incluso nuevos proyectos de trabajo. Para los niños fue una alegría inmensa ver surgir el agua de los grifos de los alrededores de su escuela. De este modo, también la escuela agraria ha podido dar un paso adelante, porque las bombas de inmersión, que venían de otros tantos pozos, han permitido irrigar los campos y llevar agua a los sembrados con la cantidad y continuidad necesarias, que antes faltaban.
4. Los principales factores del cambio sistémico
En síntesis, podríamos decir que el cambio sistémico se ha generado gracias a algunos factores que pueden ser resumidos en estos elementos:
- Haber colocado la instrucción de las generaciones jóvenes en el centro del desarrollo.
- El haber estado atentos y haber valorado los recursos locales. Por ejemplo: la energía eléctrica está confiada a la gestión de un clan familiar; para la construcción de edificios de ladrillo y los pozos de agua se han formado a personas locales, confiando a ellos la construcción de las casas.
- La colaboración paciente, aunque es compleja a veces, con las figuras institucionales del ayuntamiento, el médico local y la atención y respeto a las normas nacionales.
- La salida del aislamiento mediante caminos y puentes, de tal modo que se ha integrado el pueblo con los pueblos vecinos. También a través de la instalación de una antena parabólica que ha permitido, a partir de 2019, la comunicación con el resto del mundo.
- La colaboración con grupos asociativos italianos, basada no solo en la ayuda económica sino a través del intercambio cultural y sus intereses en proyectos comunes (cf https://jangany.tumblr.com)
5. El proyecto continúa
Durante todo este año se ha dado un aumento del desarrollo social de toda la aldea de Jangany y su territorio. Lo confirman algunas indicaciones: la esperanza de vida aumenta de 37 a 45 años; la población del pueblo ha pasado de 400 a 7.000 habitantes. La necesidad que se está presentando como más urgente es la del dispensario médico, que debe ser ampliado. Actualmente, la hermana que se ocupa del dispensario está en contacto con el hospital de Sakalalina (que está a unos 150 km), al cual se dirige para las situaciones más difíciles. En este hospital les han dado la posibilidad de instruir a jóvenes para crear personal formado. Esta será la nueva frontera para los próximos años. Sigue habiendo importantes problemas en Jangany, que se pueden resumir en cuatro palabras: hambre, criminalidad, corrupción de las instituciones públicas y enfermedad. La misión busca responder a estos males, pero siempre es inadecuada para el número de situaciones. En Madagascar, todo va lento, y por tanto se necesitará tiempo para dar respuesta a estos problemas. Pero la vía segura es la educación de nuevas generaciones. Y es la vía que ya ha dado buenos resultados.
P. Erminio Antonello, CM
Visitador de la Provincia de Italia