Hoy publicamos la tercera y ultima parte de la Entrevista que la Oficina de Comunicación de la CM ha realizado al director de cine Cam Cowen, en ocasión de la realización de la pelicula “OPEKA”; sobre nuestro cohermano, Pedro Opeka, CM. Además de notarse la sensibilidad de Cowen por la situación de los pobres de Madagascar, podemos descubrir, más allá de la realización del documental, cómo el encuentro con este misionero, ha tocado su vida.

¿Qué ha significado esta experiencia de filmación con el Padre Opeka como director y como persona?

Como director, sabía que se suscitaba una tensión entre mi deseo de hacer un film honesto y tener tanta admiración por el Padre Pedro, y debía recordarme continuamente a mí mismo cuál era mi misión. Es difícil estar en su presencia y no quedarse cautivado, y es difícil presenciar lo que ha logrado y no quedarse sin palabras. Intenté no alabarle a él y a su trabajo para reconocer sus méritos como un ser humano completo. Espero haberlo conseguido. Sospecho que habrá momentos en la película que al Padre Pedro no le gustarán o que preferiría que no estuvieran incluidos, y si es el caso, entonces probablemente lo he conseguido. En este proceso, dada la prueba a la que me sometía, creo que he salido aún más comprometido en la labor de relatar una historia honesta en una película.

Como persona es más difícil de expresar. Como el Padre Pedro, me resisto a revelar mis emociones, pero lo intentaré. Puedo decir que no soy una persona devota. Me centré en el Padre Pedro como una persona humanitaria, no como un misionero católico. Una vez, durante una comida, me preguntó si rezaba, y yo le respondí que no. Posteriormente dijo que seguramente rezaría a mi manera. Creo, que le comenté algo frívolo sobre la espiritualidad. Diré esto: al estar en su presencia y sentir su pasión por la justicia, al ser testigo de su dura lucha por sus “hermanos y hermanas”, al oír hablar de su profunda e inquebrantable fe, y al ser testigo del poder colectivo creado por sus misas épicas, probablemente me acerqué a la energía de Dios tanto como puede hacerlo alguien como yo.

¿Podría compartirnos alguna anécdota sobre el documental, algo que la cámara no ha captado y que le gustaría compartir con la audiencia de nuestra Congregación?

A finales del año 2015, el Padre Pedro vino a EEUU para recibir el Premio “Spirit of Service” de la Universidad St John’s. Mi esposa y yo fuimos a la cena de los premios, y, días después visité al Padre Pedro, mientras él estaba alojado en el Campus de St John’s. Hicimos un tour por este lugar, y cuando llegamos al campo de fútbol, uno de los guías, que debía conocer su pasado futbolístico, le preguntó si quería chutar algunos goles.

El campo estaba hecho de césped artificial, y parecía ser la primera vez que había estado en esa superficie. Se quitó los zapatos, y empezó a hacer un poco de calentamiento mientras el guía iba a buscar un balón de fútbol. Cuando terminó, el Padre Pedro me dijo: – Cam, ve la portería. Él y yo ya habíamos desarrollado una competencia en broma, así que, por supuesto, dije que lo haría.  Había jugado al fútbol en mi juventud y sentía que podía evitar que marcara.

Colocó el balón en el exterior del área de penalti, a 18 metros de la portería.  Me miró y dijo, “Cam, lo siento.  Lo siento.”  Entonces empezó a dispararme la pelota con los pies.  Ya sea con el pie, izquierdo o derecho, las bolas seguían viniendo hacia mí a velocidades intensas.  Y los estudiantes de la zona comenzaron a reunirse y a observar, porque escucharon el chasquido de sus pies de media golpeando la pelota y vieron a un hombre con un traje gris con una melena de pelo blanco y una gran barba blanca dando la patada.  Pude mantener la mayoría de los balones fuera de la portería, pero mis manos sin guantes estaban en llamas por el poder de sus patadas al balón.

Luego, descansó un momento, volvió a poner el balón fuera del área y repitió: Cam, lo siento, lo siento. Entonces, empezó a tirarme balones bombeados en un arco perfecto, fuera de mi alcance y dentro de la portería; y, en todo momento, con el aplauso del público.

A finales de 2019, quise grabarle chutando goles en Akamasoa, así que le reté a repetir lo de aquel día en St. John’s. El resultado fue más o menos el mismo; salvo, que esta vez, incluso con guantes de portero, quedé con un dedo lesionado que tardó semanas en curarse.

Me gusta esta anécdota personal, porque deja ver que el Padre Pedro es muy competitivo, aún es atlético; y le gusta jugar y divertirse; cosas que pueden no verse en el documental.

En nuestra película, el Padre Pedro hace referencia al campo de St. John’s. No voy a decir nada más para no arruinar la escena. En el tráiler de la película, además, tenemos clips del Padre Pedro, donde aparece chutando balones, en ese día de 2019; además viste la camiseta del equipo nacional argentino.

Pensamos en su anterior documental, “MADAGASIKARA”. En esa producción, prestó especial atención a los derechos de los marginados, a la lucha por conseguir esos derechos y, sobre todo, a la esperanza. ¿Cómo se sigue tratando esos asuntos en OPEKA?

En “MADAGASIKARA”, seguimos la vida de tres mujeres malgaches fuertes; así como de sus familias, representantes del 90% de la población del país, que lucha por sobrevivir. Para mucha gente, es un documental incómodo de ver, porque intentamos presentar el Madagascar “real”, y no una historia construida artificialmente con un final feliz, irreal en el tercer acto. Una crítica del film dice que “el film está tan libre de exposición manipulada o de imágenes que busquen explotar las emociones. Esta es la realidad: una observación cruda y sin filtro que nos muestra un pueblo que encuentra y define en los momentos más oscuros, lo que significa ser humano al despojarse de todo lo que la mayoría de la gente da por sentado”. (David Duprey, That Moment In, 24 de mayo de 2020).

Su perseverancia, resistencia y dedicación a sus niños frente a obstáculos aparentemente insuperables es la esperanza que se transmite en la película: “No son mujeres indefensas, ni poco inteligentes, ni que busquen compasión.  Han forjado lo que parecería una fortaleza imposible en un tiempo y lugar donde la vanidad parece nacer a cada momento”.

En “OPEKA” se critica el hecho de que el gobierno no haya abordado la extrema pobreza del país y no haya proporcionado a la población alimentos, agua, vivienda, salud y educación
adecuados.  Pero la mayor parte de la película trata de las acciones – acciones concretas – tomadas por un hombre para restaurar esos derechos donde el gobierno ha fallado.

A nivel social, queremos que esta historia transmita que la pobreza extrema no es inevitable.  Queremos que nuestro público vea que de las peores condiciones posibles – un basurero mortífero – una ciudad brillante en una colina puede surgir y proporcionar esperanza y dignidad y convertirse en la origen de niños educados y capacitados que algún día podrían salvar a su propio país.

A nivel individual, queremos que esta historia nos inspire a cada uno de nosotros – en cualquier parte del mundo – para tratar de ser mejores.  El ejemplo de Pedro Opeka es poderoso.  El tema de su vida, en sus palabras de que “la justicia debe ser la base de todas nuestras acciones”, es instructivo e iluminador.  Pero es el poder de su voluntad de hacer justicia lo que esperamos haber transmitido.  El poder de su voluntad puede inspirarnos a todos.

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