En el mes de julio, siguiendo una tradición antigua, los habitantes del municipio de Casagiove, situaado en la provincia de Caserta en la región de Campania, se reunen para celebrar Il Vecchierello (el viejecito), como se le llama afectuosamente a la fiesta del santo de la Caridad en ese lugar, la cual, ya se ha convertido en una precioso manifestación de fe popular.
Este año, a pesar de la pandemia de la COVID-19, y guardando todas las medidas de seguridad, la parroquia está preparando una celebración especial. Nuestra Oficina de Comunicaciones ha entrevistado al párroco D. Stefano Giaquinto, sacerdote diocesano afiliado  a la Congregación de la Misión desde el año pasado.

Stefano, díganos algo sobre usted.
Soy sacerdote desde hace 25 años (ordenado el 27 de mayo de 1995). Nací en una familia humilde. Mi historia familiar junto con el carisma vicentino han ido formando mi identidad vocacional. El carisma de san Vicente de Paúl, con el amor hacia los pobres, ha sido fundamental en mi crecimiento espiritual. A día de hoy soy el párroco de la Iglesia madre de mi ciudad natal Casagiove (Caserta). Es la Iglesia que me acogío en la fe y me ha ido acompañando en ella: bautismo, eucaristía, confirmación, orden sagrado…y, sobre todo, donde vivo, desde siempre, el contacto con todo tipo de pobrezas. En definitiva, soy feliz de ser sacerdote y de ser vicentino.

¿Nos puede contar, brevemente, como nace la devición de san Vicente de Paúl en Casagiove?
Data del año 1821, después de una misión de los misioneros vicentinos. La intervención del Santo hace paliar el cólera. Desde ahí se inicia la devoción popular al snato francés que crece de generación en generación gracias a tantos otros momentos que conmocionan la vida de la ciudad y tocaron el corazon de cada creyente.

¿Qué significa preparar la fiesta popular de san Vicente de Paúl? ¿Cómo se desarrolla? ¿Quién participa en todo el proceso?
Existe una relación especial entre el “Vecchierello” y la ciudad. Son dias espciales, no falta nadie al evento. Todos los ciudadanos, también los foráneos que viven en Casagiove, se dejan envolver de la experiencia casagiovense de san Vicente.
Un slogan: espiritualidad, formación, caridad y animación. En los últimos años se han seguido los pasos magisteriales del Papa Bergoglio, siendo un camino de purificación donde la fiesta vicentina se convierte en un milagro para la población.

¿Cómo viven los jóvenes esta fiesta?
Son muchos los que tienen interiozada la experiencia vicentina. La viven en primera persona, diría que la sienten desde el vientre materno. Eso hace tener una preciosa relación que abre el corazón al voluntariado y a la entrega de los más pobres.

¿Cómo lo difundís?
Con el boca a boca entre las familias. No existe casa de la ciudad sin un folleto, sin una imagen…y, especialmente, en estos últimos años, disfrutamos de iniciativas formativas, gracias a la colaboración de los Misioneros Vicentinos del barrio dei Vergini de Nápoles. Nos hace falta la continua presencia de los Misioneros, esto es una carencia. Nuestra gente necesita un acompañamiento hasta el final.

¿Existen milagros atribuidos a san Vicente en la ciudad de Casagiove?
En estos últimos años han sucedido varios, entre ellos: a Antimo enfermo de cáncer; con mucha dificultad para superarlo, vence la batalla. A Domenico, joven de 17 años que lucha contra la leucemia; hoy a recuperado su vida. San Vicente está siempre presente…son tantos los milagros.  

San Vicente nos ha enseñado a servir a los pobres, nuestros maestros. ¿Cómo han vivido esta enseñanza en su parroquia de forma práctica?
Programa de nuestra realidad, servir. En el año 2015 se creó la red vicentina que trabaja en ayuda de personas marginadas. Enumero algunos campos donde estamos presentes:
Comedor social. La posada de la Madre Teresa de Calcuta (centro de recogida de alimentos mensual o en caso de emergencia). Casa “de Paúl” (ropero y duchas) – El observatorio para la caridad “Mario Diana”. El ambulatorio médico. El “Centro Nazareno” trabaja en el campo de las dependencias. Campo “Capitán Uncino” en colaboración con la Asociación ASL para ayuda a las personas sin techo y víctimas de la trata. Escuela de Vicente, siempre actual,  para aprender a dialogar con aquellos que molestan a la sociedad y construir el camino a los pobres. El trabajo de los Grupos de Voluntariado Vicentino (AIC). En etse grupo parroquial encontramos a la presidenta interdiocesana.  Las llamadas “Hijas de san Vicente” cuenta con un centenar de mujeres jóvenes. Los “Voluntarios de san Vicente” lo forman una cincuentena de personas entre hombres y mujeres. El grupo Vincezolab acoge a una treintena de sólo hombres, los Accollatori (acogedores) son otros doscientos hombres…tenemos un ejército de voluntarios. Es fundamental la ayuda de vuestra presencia, de alguno de vosotros y de una misión popular realizada en nuestor territorio parroquial.  

¿Qué significa para usted haber recibido la afiliación a la Congregación de la Misión de parte del Superior General?
Para mí es un motivo para entregarme más, cosa que me emociona bastante. Tengo un gran afecto por el Vecchierello. Se lo agradezco al Superior General. Este reconocimiento, dentro de la Congregación de la Misión y de la Familia Vicentina, me anima, a mí y a mi gente, a seguir contagiando, aún más, el carisma del hijo del porquero.

¿Qué necesita su parroquia para seguir creciendo en el carisma vicentino?
De la presencia de los Misioneros, de las Hijas de la Caridad…realizar un proyecto vicentino.

¿Qué frase o enseñanza de san Vicente desea compartir con nosotros?
“Los pobres son nuestros amos y señores”, son la verdadera riqueza de la Iglesia. Son la “locura atrevida” de Vicente. Una Iglesia que no sirve a los demás si no que se sirve de los otros, no sirve para nada. El mensaje vicentino está de actualidad más que ningún otro.  

Traducido por:
José Luis Cañavate Martínez, CM.
Provincia de Zaragoza (España).