La labor de la Congregación de la Misión en el barrio de Canaán, en Marituba, región metropolitana de la capital del estado de Pará (Brasil), nació de la invitación pastoral de Mons. Antonio de Assis Ribeiro, salesiano, o bispo auxiliar de la Arquidiócesis de Belém.

Fundada el 27 de junio de 2018, el Área Misionera recibe la colaboración de sacerdotes, diáconos, laicos, bienhechores y fieles de otras parroquias de la Región Episcopal, incluida la nuestra. La comunidad parroquial de San Raimundo Nonato, el Seminario San Vicente de Paúl y las Hijas de la Caridad son una referencia de apoyo para el trabajo vicentino realizado en Marituba.

Hasta ahora se han fundado ocho comunidades que evidencian el esfuerzo eclesial y pastoral de la Arquidiócesis: San Francisco de Asís (la primera capilla antes de la creación del Área Misionera), Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (actual sede), Madre Reina, Nuestra Señora Auxiliadora, San Judas Tadeo, Nuestra Señora de las Gracias, San Antonio de Lisboa y San Vicente de Paúl, ésta se encuentra a seis kilómetros de la sede pastoral del Área Misionera.

El 16 de diciembre de 2018, con la entronización de la imagen de San Vicente de Paúl, en la Misa celebrada bajo un árbol, la Congregación de la Misión, las otras ramas de la Familia Vicentina y un grupo de feligreses de la Parroquia de San Raimundo confirmaron el inicio de la misión evangelizadora en la comunidad de San Vicente de Paúl, en Riacho Doce, la zona agrícola del inmenso territorio del barrio de Canaán.

Según el pensamiento de la Iglesia, “la acción pastoral debe ir más allá de la mera delimitación territorial de la parroquia, para trasparentar más claramente la comunión eclesial a través de la sinergia entre ministerios y carismas e, igualmente, estructurarse como una ‘pastoral de conjunto’ al servicio de la diócesis y su misión” (cf. Congregación para el Clero. Instrucción La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia, de 20 de julio de 2020, n. 123).

La “Iglesia en salida” no es sólo una convocatoria pastoral, sino un programa misionero que, desde la primera hora, aparece como la marca más notable del pontificado del Papa Francisco. Alcanzar las periferias, ir al encuentro del rebaño que se ha perdido, proclamar la misericordia a los pecadores y la esperanza a los pobres, todo ello forma parte de la enseñanza del Evangelio. Dice el Papa Francisco: “Un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora” (EG 11).

En el llamamiento eclesial del obispo salesiano hay varias posibilidades para una relectura teológica del significado de la misión de la Congregación que ha surgido especialmente para evangelizar la gente del campo. La pobre gente del campo ha sido empujada a las periferias que representan la geografía real de la precarización del espacio urbano, del abandono social y del desamparo humano.

Privados de los medios para sobrevivir, los pobres de la periferia son transformados en una masa anónima. A estos pobres la Iglesia no siempre logra verlos, precisamente porque no “sale”. Ellos sufren el dolor de la “invisibilidad eclesial”. Y ese tipo de sufrimiento es también de naturaleza existencial. Pero hay un impulso vital en la periferia que debe ser acogido, desde los pobres, como nos recuerda el Papa: “La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia” (EG 198).

La misión que nos hace “caminar” hasta el extremo de la periferia de Marituba recupera el sentido del origen del carisma en la Francia del 1617. Desde este marco histórico, el carisma difundido por Vicente de Paúl asume diferentes modalidades de servicio a los pobres frente a las necesidades que surgieron en su medio. Después del nacimiento de las Cofradías de Caridad, las misiones en Folleville motivaron la creación de la Congregación de la Misión en 1625 y la plaga social en las calles de París suscitó la Compañía de las Hijas de la Caridad en 1633. Para servir a los pobres, las hijas de Vicente y Luisa hicieron de las calles de la capital francesa un verdadero “hospital de campaña”.

Folleville es cualquier lugar del mundo identificado como “territorio de misión”. Para nosotros, Padres de la Misión, el distrito de Canaán es la “Folleville teológica” de las llamadas misioneras de la Iglesia de Belén. Y, para la Familia Vicentina, el lugar social para la reinvención del carisma.

La caridad se sirve de lugares teológicos y geográficos como clave hermenéutica para una continua resignificación de la identidad vicentina junto a los pobres y menospreciados de nuestro tiempo. La misión es el lenguaje de la caridad en salida: “¡Qué dicha, padres, qué dicha! ¡Hacer aquello por lo que nuestro Señor vino del cielo a la tierra, y mediante lo cual nosotros iremos de la tierra al cielo! ¡Continuar la obra de Dios, que huía de las ciudades y se iba al campo en busca de los pobres!”, dijo Vicente a sus misioneros (ES XI-A, 324 | SV XII, 4).

La presencia de la Congregación junto a “la pobre gente del campo” de Riacho Doce manifiesta la fuerza misionera del carisma que llega hasta el extremo de la periferia, abriendo nuevos caminos por la mata para el anuncio del Evangelio.

Adriano Sousa Santos, CM
padiretoamaz@hotmail.com
Belém-Pará, 11 de septiembre de 2020