Papúa Nueva Guinea desde el ojo del observador
¡Bienvenidos a la isla del Pacífico, la tierra de gente de tez oscura pero que no tiene descendencia africana, la tierra de lo inesperado! Tiene una población de alrededor de ocho millones de habitantes, y se hablan más de 800 lenguas, de las cuales tres son oficiales: tok pisin, inglés y motu. Es, por supuesto, un país cristiano con una población católica de unas tres millones de personas.
Los misioneros llegaron a este país hace más de un siglo. Algunas de las congregaciones más importantes que plantaron la semilla de la fe fueron los Misionero del Sagrado Corazón, los Maristas, los Misioneros del Verbo Divino y dos ramas de Franciscanos. El país obtuvo la independencia en 1975. La Misión Internacional de Papúa Nueva Guinea se estableció en 2001, cuando un voluntario de Filipinas llegó en respuesta a la invitación de la Conferencia Episcopal, la cual se extendió a la Congregación de la Misión, para que se asistiera a la formación de los seminarios diocesanos en su casa regional de formación, el Holy Spirit Seminary en la capital, Port Moresby. En 2003 se erigió una comunidad canónica, formada por cohermanos de las provincias de Filipinas, Colombia y República Dominicana. Los tres cohermanos fueron enviados al seminario y han servido en distintos trabajos como formadores, directores espirituales, vicerrectores, directores pastorales y conferencistas.
Hace ocho años, la comunidad fue reforzada con la llegada de cohermanos de Polonia y Nigeria. Fue entonces cuando la comunidad expandió sus ministerios y aceptó tareas administrativas como la de Secretario General de la Conferencia Episcopal o el encargo de una parroquia que no tenía párroco desde hacía casi dos años. Dos años después, la Congregación se hizo cargo de una parroquia en la montaña, y en 2012, dos parroquias que estaban en islas se sumaron a nuestro cuidado. En 2015 se ofreció un nuevo ministerio a los misioneros, entendiendo la diversidad cultural de la gente. Un cohermano de Filipinas con un doctorado en Antropología aceptó este desafío.
La iglesia local de Papúa Nueva Guinea, en gratitud a la contribución de los cohermanos, nombró al primero de los que llegaron Obispo de la Diócesis de Alotau en la provincia de Milne Bay. Esto allanó el camino para que la Congregación comenzara a tomar nuevas responsabilidad como la de Vicario Financiero de la diócesis. Hasta ahora, la contribución más significativa de la Congregación ha sido la de proveer de estabilidad el seminario regional diocesano.
Convertirse en miembro de una Misión Internacional necesita una gran apertura (entiendo que esto es lo que quiere decir, creo que faltan palabras en esa frase) para adaptare a otras culturas, así como al temperamento y personalidad de los otros misioneros. Al principio hubo muchos conflictos y salidas de tono porque los cohermanos no tenían tanta apertura. Gracias a Dios, durante los últimos seis años hemos sido capaces de crear una comunidad tranquila, pacífica y respetuosa… cada cohermano sirviendo a quien tenía encargado. Somos nueve cohermanos de las provincias de Australia, Filipinas, Colombia, Polonia y Vietnam. Nos encantaría que más cohermanos se nos unieran en este ministerio ¡Y son bienvenidos tanto padres como hermanos!
La Familia Vicenciana poco a poco se va enraizando en esta tierra. Tenemos la presencia de la Sociedad de San Vicente de Paúl, las Hijas de la Caridad, la Asociación de la Medalla Milagrosa y las Juventudes Marianas Vicencianas. Las vocaciones a la vida consagrada son escasas en este país, por ello hemos hecho una enérgica campaña y pedido a los parroquianos que rezaran por la canonización de su paisano, el Beato Peter To Rot. Esperamos que a través de su intercesión florezcan las vocaciones a la vida consagrada. Actualmente tenemos cuatro candidatos en el programa de formación, y también a tres jóvenes en discernimiento que entrarán en el seminario el año próximo. Esperamos que, en unos tres años, tengamos el primer sacerdote de Papúa Nueva Guinea.
Emmanuel V. Lapaz CM