Una frase del libro de Eclesiastés (4,12), elegida por Francisco-Regis Clet para animar a sus cohermanos misioneros a una experiencia profunda de hermandad y como sostén en su misión, puede ser también la síntesis de su vida: “La cuerda de tres hilos no es fácil de romper”. Fue un hombre con su historia, un creyente de sólida fe, misionero (en China) hasta al final.

1748, 19 de agostoNacimiento
1769, 6 de marzoEntra en la Congregación de la Misión
1773, 27 de marzoEs ordenado sacerdote
1792, 15 de octubreLlega a China
1820, 18 de febreroMuere estrangulado en una cruz
1900, 27 de mayoFue Beatificado
2000, 1 de octubreCanonizado con 119 mártires chinos
18 de febreroFiesta litúrgica

Francisco-Regis Clet fue el décimo de quince hijos de la familia de César y Claudia Clet. Las etapas de su vida – alumno de los Jesuitas en Grenoble, seminarista diocesano, estudiante brillante, respuesta a la llamada en la Congregación de la Misión en Lión – sólo fueron etapas que la Providencia supo abrir para que la cuerda de tres hilos pudiera crecer y desarrollarse. Fue profesor de teología en Annecy, Superior de su comunidad y más tarde Director del Seminario interno de la Congregación de la Misión en la Casa-Madre en París.

Las tempestades de la Revolución no hicieron más que fortificar las raíces de la cuerda de tres hilos de la vida de Francisco-Regis. A partir del momento en que embarcó hacia China, en abril de 1791 y llegó a Kiang-Si en octubre de 1792, pudo ver hacia donde le iba a conducir el Señor. Casi durante treinta años, se dedicó completamente a la misión china y se conformó a un nuevo estilo de vida, así como a un idioma difícil. La situación fue peligrosa a causa de las persecuciones y tuvo que evitar ser reconocido.

Francisco-Regis fue encarcelado en Jinjiagang y más tarde en Nan-Yang-Fou. Después de meses de sufrimientos, fue condenado a muerte. Dos falsos testimonios fueron la acusación contra él: “Vd. ha venido a China en secreto, ha pervertido a numerosas personas con la doctrina que predica y según la ley, tiene que ser estrangulado hasta la muerte”.

Francisco-Regis murió cerca de Ou-Tchang-Fou. En sus sufrimientos hasta la cruz, podía pensar en su Maestro y descubrir el sentido de su camino que le dio la fuerza para llegar hasta al final.

La Casa-Madre de la Congregación de la Misión conserva su cuerpo para mostrar hoy a los hijos de San Vicente hacia dónde hay que ir, con qué generosidad hay que vivir, sin olvidar que “ya vivamos ya muramos, del Señor somos”. (Rom. 14, 8).