Un sacerdote vicentino ha hecho del trabajo de su vida “salir a la periferias” de la sociedad y tratar de devolver la dignidad a los “restos vivos” de una “cultura del descarte”. Pedro Opeka CM, ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz… de nuevo.

“El albañil de Dios”, “la Madre Teresa con pantalones”, “el soldado de Dios”, “el apóstol de la basura” y “el revolucionario de Madagascar” son sólo algunos de los apodos que ha recibido el padre Pedro Opeka. También ha recibido la Legión de Honor de Francia y varias condecoraciones papales.

 

El “Proyecto 13 Casas” en esteroides

 

Ha sido el “buen samaritano” de tantos malgaches que viven literalmente en un enorme vertedero. Esta “gente de la basura” formaba parte de la sociedad “de usar y tirar” dejada de lado en un mundo obsesionado con la “buena vida”.

“Akamasoa” es un “movimiento de solidaridad para ayudar a los más pobres entre los pobres, ha proporcionado a las personas y familias sin hogar 4.000 casas de ladrillo”.  También ha ayudado a educar a 13.000 niños y jóvenes, según la Agencia Católica de Noticias.

Ciertamente, debería ser una inspiración con esteroides para el “Proyecto 13 Casas” de la Familia Vicentina. Los vicentinos están en medio de un esfuerzo mundial para emular las 13 casas o proyectos de San Vicente para las personas en situación de calle en cada país o región.

 

Una ciudad construida a partir de una pregunta

 

“Vi cientos de niños descalzos y sucios, quizá miles, compitiendo con cerdos, ratas y otras alimañas por los restos de comida en la basura”. Sabía que no podía pasar de largo. Así que fue a ver qué podía hacer.

Pero los lugareños le preguntaron: “Oye, blanco, ¿qué quieres?” El prejuicio contra un “blanco” en un país que aún recuerda el sufrimiento causado por los colonizadores blancos era palpable.

Les dijo a los que se enfrentaban a él que era un sacerdote misionero y que quería hablar con ellos, pero no “aquí fuera, invítenme a su casa”. Por casa, se refería a una estructura de cartón de un metro de altura. Tuvo que arrastrarse con las manos y las rodillas para entrar, y cuando se sentaron en el suelo -una alfombra de basura- el techo estaba apenas unos centímetros por encima de su cabeza. Desde luego, no es lo que los vicentinos consideran una “visita a domicilio”.

Fue entonces cuando hizo la pregunta que lo inició todo. “¿Quieren a sus hijos?” “¡Claro que sí!”, respondieron y empezaron a contarle sus sueños para ellos. Partiendo de ese trozo de terreno común, “trabajemos juntos, démosles un futuro”.

El padre Pedro Opeka enseñó entonces a la gente a dividir y clasificar la basura, a vender el compost creado a partir de ella y a crear pequeñas explotaciones agrícolas. Akamasoa también forma a trabajadores de la construcción (albañiles, carpinteros, ebanistas, operarios y pavimentadores de calles) para que construyan o reparen las carreteras y puentes para ayudar a las comunidades de los pueblos y de todo el país. Han creado su propio gobierno local.

 

 

Casas construidas por quienes antes vivían en un vertedero

Cuarenta años después, el desarrollo de esta colaboración se ha contado de forma conmovedora en un documental del premio Palma de Oro de Beverly Hills

Sí, fue alumno del Papa Francisco. (1967-1968).

 

Lecciones de un nominado al premio Nobel

 

El cambio sistémico

– comienza con el encuentro con las personas donde están -no importa dónde estén física o espiritualmente- y la construcción de relaciones

– lleva tiempo, en su caso décadas

– requiere inspirar a la gente con un sueño común – en este caso el futuro de sus hijos

– permitir a la gente realizar ese sueño

 

John Freund, CM

https://johnfreund.net