El 29 de julio se celebra Santa Marta, que ha sido, tradicionalmente, la patrona de los Hermanos en la Congregación de la Misión. Esta tradición viene del mismo San Vicente de Paúl, quién decía que los Hermanos estaban destinados a cumplir el oficio de Marta, haciendo referencia al pasaje del evangelio de Lucas (capítulo 10, versículos del 32 al 42) en el que Jesús es recibido en una casa, donde hay dos hermanas, María, quien “sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras”, y Marta, quien “se afanaba en múltiples servicios”.

Con motivo de la celebración de mi patrona, Santa Marta, me pregunto: ¿Qué quiere decir Vicente de Paúl con esa imagen?

En las Reglas Comunes de la Congregación de la Misión, escritas por el mismo San Vicente y entregadas a los Misioneros en 1658, después de 33 años de la fundación de la Congregación, se cita en dos ocasiones esta imagen de Marta en referencia a los Hermanos.

La primera de ella está en el capítulo 1, titulado “Sobre el fin y la naturaleza de la Congregación”, en su número 2 se dice:

Esta Congregación se compone de eclesiásticos y de laicos. La función propia de los primeros es recorrer, a ejemplo de Cristo mismo y de los apóstoles, los pueblos y las aldeas, y repartir en ellos a los humildes el pan de la palabra divina con la predicación y la catequesis; animar a hacer confesiones generales de la vida pasada, y oírlas; arreglar las disputas y las desavenencias; fundar la Cofradía de la Caridad; regentar los seminarios de externos erigidos en nuestras casas y enseñar en ellos; dar ejercicios espirituales; convocar y dirigir conferencias para los eclesiásticos en nuestras casas, y otras actividades conformes con los trabajos susodichos y orientadas a ellos. La función de los laicos, por otro lado, es ayudar a los eclesiásticos a la manera de Marta en todos los ministerios enumerados, según les fuere señalado por el Superior; cooperarán también con sus lágrimas, con sus mortificaciones y con el buen ejemplo de su vida.

La segunda cita se encuentra en el capítulo 5, titulado “Sobre la obediencia”, en el número 16 se escribe:

Los hermanos coadjutores, destinados a cumplir el oficio de Marta, no deben aspirar al estudio del latín o al estado eclesiástico. Si alguno siente esa aspiración, esfuércese por suprimirla cuanto antes, pues procede del espíritu del mal, quien tal vez intente perderle con una soberbia engañosa disfrazada de celo por las almas. Ni aprenderán a leer y escribir sin permiso expreso del Superior General.

Lo primero que hay que decir, y creo que es entendible para todo el mundo, es que Vicente de Paúl es hijo de su tiempo. Hoy en día entendemos las cosas de otra manera; sobre todo en la segunda cita, esta idea de no estudiar, de no aprender a leer ni escribir, nos resulta muy extraña. Pero hoy no quiero hablar de las funciones, de los oficios, de los ministerios de los Hermanos en la Congregación de la Misión, sino de la imagen de Marta como evocadora de lo que los Hermanos somos.

Creo que entender al Hermano Vicentino bajo el prisma de Marta, es tener una idea limitada de su identidad y misión. Pareciera que el Hermano es aquél que es llamado para “hacer cosas”, y no para ser misionero y seguir a Jesucristo, evangelizador de los pobres, como indica el número uno de las constituciones de la Congregación de la Misión para todos sus miembros.

Además, la interpretación actual del pasaje de Lucas está de acuerdo en que ambas hermanas, Marta y María, son complementarias. Las dos actitudes que representan cada mujer son necesarias y deben darse en la vida de todo cristiano. Así lo entendía Vicente de Paúl, y lo expresa el número 42 de las constituciones de la Congregación de la Misión diciendo:

La inserción apostólica en el mundo, la vida comunitaria y la experiencia de Dios por medio de la oración se complementan mutuamente en la vida del misionero y se funden en un todo. En la oración, la fe, el amor fraterno y el celo apostólico se renuevan de continuo, mientras que en la acción se manifiesta de un modo práctico el amor a Dios y al prójimo. Por la íntima unión de la oración y el apostolado el misionero se hace contemplativo en la acción y apóstol en la oración.

Para terminar, me gustaría proponer otra imagen para hablar de los miembros de la Congregación de la Misión y entender al Hermano Vicentino, desde mi punto de vista, más adecuada, por tratarse de una imagen cristológica. Me refiero a Jesús en la última cena. Los evangelios sinópticos nos presentan la imagen de Jesús partiendo y entregando su cuerpo y sangre, y encargando a sus discípulos “haced esto en memoria mía” (Lc 22. 19); lo que podría ser una imagen adecuada para los Sacerdotes en la Congregación. Pero el pasaje de la última cena narrado por el evangelista Juan, nos muestra la imagen de un Jesús ceñido con la toalla y lavando los pies a sus discípulos, encargándoles “también vosotros debéis lavaros mutuamente los pies. Os he dado ejemplo para que hagáis lo mismo que yo he hecho” (Jn 13, 14-15). Esta podría ser una imagen adecuada para los Hermanos en la Congregación de la Misión, la de Cristo servidor, que pueden concretar el amor fraterno en múltiples servicios, en la Congregación, en la Iglesia y en el mundo, especialmente hacia los más desfavorecidos.

¡Muchas felicidades a todos los Hermanos de la Congregación de la Misión en este día! Y, ojalá, todos los misioneros podamos hacer que esta vocación se mantenga y se actualice en el mundo de hoy.

Francisco Berbegal Vázquez, CM
Provincia de San Vicente. España