A todos los miembros de la Familia vicenciana
Queridos hermanos y hermanas,
¡La gracia y la paz de Jesús sean siempre con nosotros!
El mes de septiembre se denomina mes vicenciano porque, como miembros de la Familia vicenciana a través de todo el mundo, nos preparamos para celebrar juntos la fiesta de San Vicente de Paúl con Eucaristías magníficamente preparadas, Liturgias de la Palabra u otros momentos de oración que comprometen a todas las ramas de la Familia vicenciana en una parroquia, un pueblo, una ciudad, una región o un país determinados. Nos preparamos también para celebrar la fiesta con actos concretos de servicio corporal y espiritual a nuestros Señores y Maestros.
Me gustaría agradecer y felicitar de corazón a cada una de las ramas de la Familia vicenciana por la increíble creatividad, el compromiso y el servicio que todos han mostrado desde el comienzo de la pandemia hasta hoy para aliviar los sufrimientos causados en el mundo por el Covid-19 que, como siempre, golpea con más fuerza a los pobres, a los más vulnerables. Todos esperamos y rezamos para que lo peor de la pandemia haya quedado atrás, aunque esto sea más cierto en algunos países que en otros. Todavía vivimos con mucha incertidumbre sobre lo que aún podría suceder en el futuro.
Vamos aprendiendo cada vez más a utilizar las nuevas herramientas para mantenernos en contacto con los demás a través de las redes sociales, Zoom y otras plataformas que están a nuestra disposición. Son formas excelentes de desarrollar la interconectividad y la colaboración. Sin embargo, sentimos con mayor urgencia, la necesidad de retomar los encuentros personales, las reuniones y los encuentros que vivíamos antes de que la pandemia de Covid-19 se extendiera por todo el mundo. Después de haber vivido un periodo tan largo de aislamiento, distanciamiento y prohibición de reuniones, estamos deseando aumentar los encuentros personales, las reuniones y otros tipos de encuentros.
Aunque Vicente escribió más de 30.000 cartas, la principal forma de comunicación “a distancia” de su época, sus días estaban repletos de encuentros con personas y grupos, y es evidente que disfrutaba con las repeticiones/ de oración y las conferencias que reunían a los cohermanos y a las Hermanas.
A propósito del desarrollo de la interconectividad, me gustaría destacar tres áreas que ya he abordado en el pasado. Ha habido grandes mejoras en cada una de ellas, pero aún queda mucho por hacer para alcanzar los objetivos que nos hemos fijado. Esta es la razón por la que vuelvo a ellos en la carta de este año, convencido de que, si somos capaces de aumentar la interconectividad y la colaboración y de alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto en estos ámbitos específicos, los otros vendrán a continuación casi automáticamente y será mucho más fácil reunir a las 160 ramas para cualquier nueva iniciativa que podamos emprender en el futuro.
Los Consejos nacionales de la Familia vicenciana en los 162 países donde la Familia vicenciana está presente hoy.
La Oficina de la Familia vicenciana (OFV) está trabajando diligentemente para ayudar a alcanzar el siguiente objetivo, que desde ahora hasta el próximo año 2022, los 162 países tengan un Consejo nacional de la Familia vicenciana.
¿Quién debe formar parte del Consejo nacional? Los representantes de todas las ramas de un país determinado. Ninguna rama debe quedar al margen, pero todas, grandes o pequeñas, deben tener el sentido de pertenencia a la misma familia. Si se trata de un país grande, podría haber Consejos regionales de la Familia vicenciana, así como Consejos locales en las grandes ciudades, como ya ocurre en algunos países. Todos estos Consejos estarían siempre interconectados y coordinados por el Consejo nacional.
Quisiera hacer un llamamiento a las ramas de un país, región o ciudad que están presentes desde hace más tiempo y tienen más experiencia que otras ramas en el ámbito de la organización para que ayuden a reunir a los distintos representantes de la Familia. Tienen una buena posición para invitar a las ramas y organizar los Consejos en los que participará cada rama, con el fin de planificar juntos diferentes proyectos, iniciativas y reuniones a lo largo del año. Animo a los Consejos nacionales a que no limiten las reuniones a una sola vez al año, sino a que las realicen varias veces al año, para desarrollar e intensificar la colaboración y la interconexión que regularmente reúna a la Familia.
Para insistir sobre la importancia de colaborar en las iniciativas lanzadas por otros y en consonancia con la finalidad de la Congregación de la Misión, Vicente se imagina las objeciones que podrían hacer sus miembros. «Podría decirse en la Compañía: «Padre, yo estoy en el mundo para evangelizar a los pobres, y quiere usted que trabaje en los seminarios»[1]; «Padre, pase que hagamos esto; más, ¿por qué hemos de atender a las Hijas de la Caridad?»[2]; «¿Y por qué encargarnos de los niños expósitos? ¿Es que no tenemos ya bastantes quehaceres?»[3] Vicente dice que los que se apartan de estos servicios de colaboración son « personas que no viven más que en un pequeño círculo, que limitan su visión y sus proyectos a una pequeña circunferencia en la que se encierran como en un punto, sin querer salir de allí; y si les enseñan algo fuera de ella y se acercan para verla, enseguida se vuelven a su centro, lo mismo que los caracoles a su concha»[4].
Les invito a hacer todo lo posible para que estos encuentros, proyectos e iniciativas no se limiten a dos o tres ramas de un país, región o ciudad, sino que incluyan fielmente a todas las ramas. Una vez que una u otra rama propone una iniciativa e invita a las demás a colaborar, éstas la seguirán inevitablemente.
Respuesta a las catástrofes naturales, guerras y otras calamidades, aportada por el conjunto de la Familia vicenciana.
En el seno de la Familia vicenciana, debemos desarrollar un sistema a nivel internacional, nacional, regional y local para responder con la mayor eficacia y rapidez posible a las catástrofes naturales, las guerras y otras calamidades, no como una rama individual, sino juntos como toda la Familia vicenciana. De hecho, ya hemos empezado a pensar y actuar en esta dirección a nivel del Comité ejecutivo de la Familia vicenciana (VFEC).
El año pasado nos unimos como familia internacional para ayudar a los afectados por Covid-19, así como por la trágica explosión en el puerto de Beirut. El VFEC lanzó una campaña con la Comisión de la Alianza Famvin y los Sin Techo (FHA), para socorrer a los cientos de miles de personas sin hogar en la capital libanesa, a través del Consejo nacional de la Familia vicenciana en el Líbano, coordinado por su presidente nacional.
Durante la peste que asoló a Marsella en 1649, Vicente, al enterarse de la muerte del padre Brunet y de su colaborador laico, el caballero de la Coste, describe una rápida respuesta a la crisis. Escribe a Antoine Portail, «La señora duquesa de Aiguillon tiene que enviarle 500 libras… Si tienen ustedes necesidad de más dinero. dígamelo y en seguida se lo enviaremos; si es preciso, venderemos nuestras cruces y nuestros cálices para ayudarles.»[5].
Gracias al establecimiento y la consolidación de los Consejos nacionales de la Familia vicenciana en los 162 países en los que estamos presentes, tendremos equipos de coordinación sobre el terreno colaborando con la Familia vicenciana a nivel internacional, que se convertirá en una fuerza con la que los pobres del mundo podrán contar. Cada rama, grande o pequeña, es una parte inestimable del maravilloso mosaico que constituye la Familia vicenciana.
Alianza Famvin con los sin-techo (FHA) y con su Campaña 13 Casas.
La FHA con la Campaña de las 13 Casas, es una iniciativa caritativa que une a la Familia vicenciana y por lo tanto necesita ser promovida dentro de la Familia vicenciana con el fin de tocar los corazones de cada miembro para que todos se impliquen en ello. La FHA es nuestro único proyecto común. Por lo tanto, debe ser promovida, implantada y extendida en los 162 países en los que la Familia vicenciana está presente, para que, ninguna congregación o asociación se quede fuera de ella, sino que todas tomen parte activa en la iniciativa de cada rincón del mundo donde vivimos y servimos.
Hasta la fecha, 44 las ramas de la Familia vicenciana participan activamente en la FHA y en la Campaña de las 13 Casas. Actualmente está presente en 44 países; se han construido 1826 Casas y se ha ayudado a 6628 personas. Esperábamos que, con motivo de la fiesta de San Vicente de Paúl del año pasado, muchas otras ramas, congregaciones y asociaciones de laicos participaran de alguna manera en la FHA, pero este objetivo no se ha conseguido. Todavía queda mucho camino por recorrer.
Desgraciadamente, el número de personas que viven en la calle, de refugiados desplazados y de personas que viven en viviendas precarias está aumentando drásticamente en todo el mundo como consecuencia de la pandemia del Covid-19. Se necesita más que nunca una respuesta coordinada a estas enormes necesidades.
Nuestra época recuerda la situación a la que se enfrentó Vicente durante la Fronda, cuando movilizó a grupos e individuos vicencianos y de la Iglesia para ayudar a los desplazados. Él podía informar a su cohermano en Polonia: «Acoger a las jóvenes refugiadas en casas particulares, en donde son mantenidas e instruidas hasta el número de 800; piense usted en los males que se habrían seguido si se las hubiera dejado vagabundear por las calles; nosotros tenemos a un centenar en una casa del barrio de Saint-Denis; se va a apartar de este mismo peligro a las religiosas del campo que los ejércitos han echado a París, algunas de las cuales están en la calle, otras se alojan en lugares sospechosos y otras en casas de sus parientes; pero como todas están en peligro y disipadas, se ha creído que podría hacerse un servicio muy agradable a Dios si se las acogiera en un monasterio, bajo la dirección de las hijas de Santa María»[6].
Como ya escribí en una carta, debemos llegar rápidamente a un punto en el que el problema de los sin techo no sea abordado de forma individual, ni por una persona ni por una rama, sino como Familia a nivel local, nacional e internacional. Cada rama, al aportar su larga historia de servicio cerca de las personas sin hogar, su experiencia, profesionalidad y recursos, contribuye a constituir una fuerza formidable que resulta mucho más eficaz para ayudar a los pobres.
Con este fin, me gustaría invitar a las 160 ramas de la Familia vicenciana, que aún no lo han hecho, a que se conviertan en colaboradores activos de la iniciativa Alianza Famvin con los sin techo, poniéndose en contacto con la Sra. Yasmine Cajuste (fha.info@famvin.org), miembro del Comité Coordinador de la FHA, para recibir información y datos. También pueden visitar el sitio web de la FHA: vfhomelessalliance.org.
Deseo a cada miembro de la Familia vicenciana de todo el mundo, en el sentido más amplio del término, una profunda experiencia de gracia con motivo de la fiesta de San Vicente de Paúl. ¡Que Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, San Vicente de Paúl, todos los Santos, Beatos y Siervos de Dios de la Familia vicenciana sigan intercediendo por nosotros y nos inspiren en el camino de la globalización de la Caridad!
Su hermano en San Vicente,
Tomaž Mavrič, CM
Superior general
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[1] Sígueme, 391; Conferencia 118, «Sobre la finalidad de la Congregación de la Misión».
[2] Ibid., 392.
[3] Ibid., 394.
[4] Ibid., 397.
[5] Sígueme III, 429; L. 1178, «A Antonio Portail, en Marsella», 6 agosto 1649.
[6] Sígueme IV, 381 ; L. 1579 « A Lamberto aux Couteaux, Superior, en Varsovia », 21 juin 1652.