ANTÔNIO FERREIRA VIÇOSO, C.M.

Antônio Ferreira Viçoso nació en el seno de una familia cristiana y piadosa el 13 de mayo de 1787 en Peniche, en la provincia de Leiria, Portugal. A los quince años fue recibido en el Seminario Diocesano de Santarém, donde permaneció hasta 1809. Volvió con su familia y el 11 de julio de 1811 fue recibido en el Noviciado de Rilhafoles (Lisboa), como misionero vicentino. En su proceso de discernimiento, le atrajeron los misioneros de San Vicente por su conducta, su fervor por la reforma de las normas y su fervor por la salvación de los pobres. Ordenado sacerdote el 7 de marzo de 1818, enseñó filosofía en el seminario de Évora. Un año más tarde fue enviado como misionero a Brasil, con el P. Leandro Rebelo Peixoto e Castro, con quien fundó la primera provincia brasileña. De 1820 a 1843, trabajó como educador en el colegio de Caraça, el de Jacuecanga y Campo Belo, y como misionero en varias parroquias de la provincia (actual estado) de Minas Gerais. En 1843 fue nombrado obispo de Mariana, donde permaneció hasta su muerte en 1875.

Cuando Monseñor Viçoso fue nombrado obispo, todos reconocieron su madurez, sus conocimientos eclesiásticos, su familiaridad con el arte de gobernar y dirigir las almas, las virtudes cristianas y sacerdotales de las que era un modelo consumado, su afabilidad, mansedumbre, capacidad, prudencia y rectitud; su fuerza y dulzura en el desempeño de sus funciones, y su amplia experiencia y conocimiento de los problemas de la diócesis en cuyo territorio había ejercido hasta entonces su ministerio. Se dedicó a la reforma del clero, animó la vida religiosa, construyó escuelas y jardines de infancia, defendió la autonomía de la Iglesia contra las intervenciones abusivas del poder civil (el régimen de patronato), y contra las agresiones del liberalismo y la masonería.

También se ocupó de los huérfanos, los ancianos, las monjas, los sacerdotes enfermos y la restauración de iglesias y monasterios. Sus últimas recomendaciones: proteger siempre y no abandonar nunca a los pobres huérfanos y a los enfermos.

Murió en 1875, y su memoria sigue muy viva entre el pueblo.

El 8 de julio de 2014, el Santo Padre autorizó la promulgación del Decreto sobre la heroicidad de sus virtudes.

Para la Beatificación de este Venerable nuestro, es necesario un milagro atribuido a su intercesión.

Si usted a recibido alguna gracia a través de la súplica a este cohermano o conoce alguien, comuníquese con el Procurador General, P. Giuseppe Guerra,cm a: procgen@cmglobal.org