Durante los días 17 al 21 de abril hemos realizado el III módulo de la Escuela Berceau, cuyo tema fue “Fundamentos bíblicos de la espiritualidad vicentina”. En esta oportunidad nos encontramos en la casa de retiros Nazaret de las Hijas de la Caridad, que está ubicada en la ciudad de Luján, Buenos Aires.

En este itinerario formativo que iniciaron treinta y tres miembros de la Familia Vicentina de Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia y Uruguay, vamos desarrollando diferentes temáticas de acuerdo a un Plan previamente elaborado y que se va desplegando a medida que pasan cada uno de los diferentes módulos. La metodología es expositiva con diversos talleres que buscan profundizar en los temas tratados cada día, con trabajos prácticos que los participantes de la escuela deben elaborar entre módulo y módulo y enviar para su lectura, evaluación y devolución.

Los temas fueron animados por diferentes personas que colaboraron para hacer realidad el objetivo planteado por la Escuela:“Brindar un espacio de formación sobre el carisma vicentino, a los laicos con quienes realizamos la tarea de evangelización en nuestras comunidades y demás miembros de la Familia Vicentina, para proporcionar herramientas que los lleven a convertirse en actores dinámicos de la actualización del carisma, propiciando la irradiación del mismo en sus respectivos ambientes.”

El lunes nos acompañó el Hno. Nicolás Trotta, CM., quien nos compartió sobre la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, del Papa Benedicto XVI, sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, ayudándonos a ver que la Palabra tiene rostro, tiene voz, tiene casa y tiene camino; por tanto estamos invitados a descubrilo, escucharla, construirla y caminarlo. El día martes contamos con la presencia de la señora Claudia Mendoza, laica, biblista, docente, que nos compartió una exégesis bíblica y pastoral sobre dos textos centrales de nuestro carisma: Lc. 4, 14-30 y Mt. 25, 31-46. Por la tarde, a pesar del frío día que acompañó toda la semana y el viento que traspasó todo, hubo un espacio libre para conocer la Basílica de Luján, la cripta, el museo, etc.

El miércoles fue el día del P. Carlos Javier González, CM., quien nos ayudó a reflexionar desde la carta encíclica Fratelli Tutti, del Papa Francisco, sobre la fraternidad y la amistad social, particularmente haciendo hincapié en el capítulo segundo de la misma que nos sumerge en aquel bello texto del Buen Samaritano y sus implicancias en nuestra espiritualidad.

Los días jueves y viernes aceptamos la invitación del Señor que nos dice: “Vengan ustedes aparte, a un lugar solitario, a un lugar desierto, para descansar un poco” (Mc. 6.31). La propuesta fue reflexionar acerca del itinerario de santidad que nos propone Jesús en el Sermón del Monte, las Bienaventuranzas, el Carné de Identidad del Cristiano y el Gran Protocolo como lo propone el Papa Francisco en Gaudete et Exsultate, exhortación apostólica sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, que nos compartió el P. Gustavo González, CM.

Claramente no faltaron los espacios de oración, celebración de la Eucaristía, reconciliación, espacios comunitarios y recreativos que van fortalenciendo los vínculos y la comunidad que se va formando con el correr del tiempo.

Además de los ponentes, nos acompañaron los Visitadores, P. Juan Carlos Gatti, CM. y Hna. María Elisa Ortíz, HC. También estuvieron, como parte del equipo organizar y animando la liturgia las Hermanas Juana Araujo y Natalia Romero. En la casa estuvieron las Hermanas Lilian, Clementina, Andrea, Stella Maris, etc. colaborando en todo para que nosotros sólo nos dediquemos a profundizar en lo planificado. Por último, también nos acompañaron para celebrar la eucaristía y el sacramento de la reconciliación los padres José Luis DeFina, Daniel Bogliolo y Hugo Aguayo.

“¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!” (Sal. 126,3); las palabras del salmista las hacemos nuestras por lo vivido durante estos días y al oír los testimonios de los participantes. Constatamos que el objetivo planteado por la Escuela Berceau se va haciendo realidad cuando les preguntamos qué ha sido lo más importante que he aprendido durante estos días:

  • “Profundizar en el evangelio, a través de una interpretación que va más allá de la literalidad.”
  • “Todos. Los temas que se dieron fueron muy importantes tanto personal y como comunitariamente.”
  • “Que San Vicente siempre se basaba y se fundamentaba en los textos del evangelio.”
  • “El acercamiento y el análisis de las diferentes encíclicas desde la mirada del carisma.”
  • “Analizar y comprender la Biblia y ponerlo en práctica en lo cotidiano.”
  • “La importancia de profundizar en la palabra de Dios para iluminar mi vida en Cristo.”
  • “El confraternizar, el intercambiar experiencias desde un mismo carisma.”
  • “El contacto con la Palabra.”
  • “He aprendido que tengo que leer más la Biblia, disfrutarla, analizarla y profundizarla.”
  • “La importancia de la Palabra de Dios en mi vida y la necesidad de reflexionar de forma crítica las situaciones planteadas, viendo más allá de unas simples palabras.”
  • “Algunas cosas fueron verdaderos sacudones. “Cachetazos””
  • “Me gustaría profundizar más la parte de exégesis me apasionó. Fue un módulo movilizador.”
  • “Lo mejor que me pasó es la parte de Retiro. A mi me cuesta mucho hacer silencio, escucharme. Para mí fue muy positivo.”

Queda por delante un módulo más en donde trabajaremos sobre la actualización del carisma. Para esto, además de los temas que se darán, los participantes tendrán que trabajar en grupos para elaborar un plan que posteriormente deberán exponer en el mes de octubre.

Según lo conversado con los Visitadores, se ha acordado dar inicio a la Escuela Berceau III para el próximo año. Más adelante el P. Juan Carlos enviará información y requisitos que hacen a este tema.

De las memorias del Hno. Ducourneau rescato estos textos sobre la importancia que tiene que la Congregación recoga las palabras de San Vicente de Paúl; creo que tienen fundamental importancia en lo que hace a la Escuela Berceau, pues el tesoro de la espiritualidad que nos legó nuestro fundador no podemos dejarlo enterrado:

“Ciertamente, los siglos venideros, que tendrán motivos para admirar lo que ha hecho, se extrañarán de no ver nada de lo que dijo, y se quejarán con razón de quienes lo oyeron, por no haberles comunicado las palabras de sabiduría que salieron de su boca…

Es importante que las charlas del padre Vicente se perpetúen en la compañía, para que, si Dios quiere mantenerla, descubran en todo tiempo y a todas las naciones cuál es el espíritu de este hombre apostólico, que será tanto más apreciado cuanto más semejante parece al espíritu evangélico, y esta estima, necesaria para los fundadores de las comunidades, contribuirá notablemente a multiplicar y a santificar la nuestra.” (en san Lázaro, el glorioso día de la Asunción de Nuestra Señora, 1657).