Descubre dos misiones en México arraigadas en la tradición vicentina, iluminando la fe y la esperanza en comunidades urbanas y rurales. Historias de compromiso y transformación, inspirándonos a difundir el amor de Cristo en todo el mundo.
Cada vez queda menos para el 400 aniversario de la Congregación de la Misión. Impresiona mirar atrás y darnos cuenta de que somos herederos de una historia de hermanos nuestros que entregaron su vida a Dios a través de los más pobres.
Fueron muchos los vicentinos que decidieron abandonar sus casas y sus tierras para abrazar la misión a la que el Señor les llamaba. La comodidad nunca fue una opción y avanzaron sin miedo a lo desconocido. También en estas tierras, en México, cumplimos este 2024, 180 años desde la llegada de los primeros vicentinos.
Sabernos herederos de este espíritu misionero, nos alienta a no acomodarnos y a salir por los pueblos, los barrios y las colonias para evangelizar a un pueblo sediento de Dios. Por eso deseamos secundar el llamado del Padre General a “toda la Congregación de la Misión a estar en Misión”. También nosotros, desde este rincón del mundo, deseamos difundir la buena nueva de Cristo.
En el corazón urbano de México
En medio de este panorama de fe y compromiso, nos encontramos con dos historias entrelazadas que reflejan la esencia misma de la misión vicentina. Desde la Parroquia María Auxiliadora en la colonia Ramos Millán, Ciudad de México, hasta la remota aldea de Santiago Matatlán, Oaxaca, vemos cómo la fe se vive y se comparte en contextos diversos pero unidos por un mismo propósito: llevar la luz del evangelio a todos los rincones de la tierra.
En la colonia Ramos Millán, la comunidad parroquial se prepara para una Misión que despierta la fe y la esperanza en medio del bullicio urbano. El Padre Juan José Cedeño, párroco del lugar, nos invitó para llevar a cabo la hermosa tarea de suscitar, reavivar y fortalecer la fe de esta comunidad parroquial. Durante varios meses tuvimos que preparar la Misión Popular por medio del taller que ofrecemos en cada experiencia.
Nos dedicamos a conocer a la comunidad y a bendecir las casas de los diferentes sectores, aprovechando estas visitas para invitar a todas las familias a la misión. Celebramos la eucaristía, cuidamos a los enfermos e iniciamos reuniones familiares. La misión era ardua, pero la generosidad de los laicos hizo que todo pareciera sencillo. Ahora, en febrero de 2024, estamos llevando a cabo la segunda etapa de la misión.
Una fe inculturizada
En un contexto muy diferente se encuentra la otra misión de la que queríamos hablar hoy: en Santiago Matatlán, la belleza y la riqueza cultural se funden con la fe en una Misión que busca fortalecer la pastoral orgánica de la comunidad. Guiados por el Padre Pedro Jiménez Medina, sacerdote diocesano, los misioneros trabajan mano a mano con los lugareños para consolidar su compromiso pastoral y acompañar sus tradiciones arraigadas.
Santiago Matatlán, está ubicado en los valles centrales del estado de Oaxaca, México. Es un pintoresco pueblo cuya esencia se entrelaza con la tierra y sus tradiciones. Con una extensión territorial de 184.434 kilómetros cuadrados, representa el 0.18% del total del estado, situándose en el corazón de la región de los Valles Centrales y formando parte del distrito de Tlacolulan. Santiago Matatlán se destaca como la “Capital mundial del mezcal”, siendo el epicentro de la producción de este espirituoso, tan arraigado en la cultura mexicana.
A través de talleres, celebraciones litúrgicas y acciones pastorales, ayudamos a este lugar único a vivir la fe con mayor intensidad. Pudimos bendecir a las familias y celebrar con esta comunidad las fiestas pascuales. Realizamos los talleres y capacitamos a los animadores para alentar la pastoral de esta hermosa región. La misión fue, sin duda, un punto de partida y no un punto de llegada. Ahora toca seguir construyendo la comunidad.
Una vocación ilimitada
Estas historias mexicanas nos sirven como muestra del compromiso misionario y vocacional de toda la familia vicentina y su dedicación a la evangelización de los más necesitados. Desde el corazón urbano de Ciudad de México hasta las profundidades rurales de Oaxaca, estas misiones encarnan el llamado de San Vicente de Paúl a predicar el evangelio a los pobres.
En medio de la diversidad y la complejidad de estas misiones, recordamos las palabras de San Vicente de Paúl: “¡Qué feliz es la condición de un misionero que no tiene más límites en sus misiones que el mundo habitable!”. Nos inspiramos en la valentía y el compromiso de aquellos que nos precedieron, y nos comprometemos a seguir su ejemplo, llevando la luz del evangelio a todos los rincones del mundo en el que habitamos.
En este 180º aniversario de la llegada de los vicentinos a México, renovamos nuestro compromiso de estar en Misión, siguiendo el llamado de Cristo y compartiendo su amor con aquellos que más lo necesitan. Que la fe, la esperanza y la protección de la Virgen de Guadalupe sigan guiando nuestros pasos en este camino de servicio y entrega.