¡Hoy celebramos la canonización de nuestro querido fundador San Vicente de Paúl a través de la reflexión de nuestro hermano Carlos Albeiro Velásquez Bravo, CM!

 

San Vicente de Paúl no nació santo - celebramos la canonización de nuestro fundador

 

El escultor italiano Pietro Bracci esculpió en mármol la colosal imagen de San Vicente de Paúl que fue ubicada en 1754 en la nave central de la basílica de San Pedro, en Roma. Representado como el “Padre de los pobres” se capta de inmediato el movimiento del santo indicando con su índice derecho el camino de la misión y empuñando en su mano izquierda el crucifijo. A sus pies, el evangelio abierto con la inscripción del texto lucano que lo inspiró: “evangelizare pauperibus misit me”. El motivo de la colocación en este nicho vaticano fue su canonización, celebrada en la misma basílica poco tiempo atrás: el 16 de junio de 1737 por el Papa Clemente XII.

Evocar su canonización hoy, 287 años después, nos permite refrescar el significado de su “santidad”.  Él hace parte de esta “nube ingente de testigos” (Hb 12,1) que nos alientan a no detenernos en el camino y a seguir caminando hacia la meta. Vicente de Paúl no nació santo. Su santidad no consistió en “blanquear los ojos en un supuesto éxtasis” como lo dice coloquialmente el Papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et Exultate (cf n. 96), sino en un camino humano de fe y caridad, hecho a base de búsquedas y descubrimientos, de lectura de evangelio y de la vida de la gente, de oración comprometida, de silencio y escucha, de encuentro con otros, de confrontaciones y luchas. Su vida no fue un sartal de devociones sino un camino de espiritualidad encarnada. No nació santo, se hizo santo. Su vida se movió en el entramado humano de las imperfecciones, tuvo errores, fue pecador, pero caminó bajo la mirada amorosa del Señor y avanzó en esta tarea de lograr la estatura de Cristo en él. En el camino de la santidad, los pobres y los marginados son protagonistas, ellos santificaron a Vicente de Paúl.

Y como “los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión”, Vicente de Paúl no está en un nicho, sino que palpita en el corazón de todos sus hijos. No es un hombre de ayer, es de hoy. Su canonización nos recuerda que para ser santos o es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos, sino asumir cada uno el camino cotidiano del amor allí donde está.  Entendemos la santidad de Vicente de Paúl como una misión. Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio (GE 19).

Cuando contemplamos el conjunto de su vida, vemos un camino entero de santificación que refleja a Jesucristo que compuso el sentido de la totalidad de su persona. Vicente de Paúl concibió la totalidad de su vida como una misión (cf. GE 23).

¡Qué oportuno hablar de santidad hoy! Asistimos a un mercado de ofertas de espiritualidades, no siempre evangélicas o comprometidas: tantas formas de espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual (GE 111). A la luz de la vida del santo de los pobres, conviene revisar nuestro camino de santidad para no distraernos en lo que no es. Vicente de Paúl fue canonizado, es decir, fue reconocido por la Iglesia como un intercesor y un modelo que tiene mucho que decirnos.

Aggiornamento, santidad y misión son tres palabras -no las únicas- que describen el movimiento conciliar como apertura al Espíritu que es capaz hacer nuevas las cosas, como llamamiento a todos los bautizados al seguimiento de Cristo y como compromiso apostólico en el corazón del mundo. Así se forjó la santidad en la vida de Vicente de Paúl: atento a los signos de los tiempos y los lugares, dejándose conducir por el Espíritu y recorriendo los caminos humanos de la misión.

Lo santos “sorprenden y desinstalan” (GE 138). Hay momentos y facetas de sus vidas que nos asombran. Vicente de Paúl nos ayude a entender nuestra vida como una misión y a tender hacia donde él ya llegó. No nacimos santos, pero luchamos por serlo en este camino que recorremos juntos.

 

 

Carlos Albeiro Velásquez Bravo, CM
Colombia

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