Papa Francisco, en su carta sobre el papel de la literatura en la formación del 4 de agosto, exalta el valor de la lectura de novelas y poesías como una herramienta indispensable para el crecimiento personal y espiritual de cada cristiano, incluidos los misioneros de la Congregación de la Misión fundada por San Vicente de Paúl.

Carta del Santo Padre Francisco sobre el papel de la literatura en la formación 2
La literatura no es solo un medio de entretenimiento, sino un vehículo para explorar y comprender las profundidades del alma humana, fomentando un diálogo fecundo con la cultura contemporánea y mejorando la capacidad empática y pastoral de los agentes eclesiales. Papa Francisco invita a un cambio radical en la formación de los sacerdotes, valorando la literatura como un componente esencial de su proceso educativo:
“Con este escrito deseo proponer un cambio radical en la gran atención que en el contexto de la formación de los candidatos al sacerdocio se debe prestar a la literatura”

Resumen y Comentario de los Capítulos

Papa Francisco comienza subrayando cómo la lectura de novelas y poesías es crucial en el camino de maduración personal de cada cristiano, incluidos los sacerdotes y agentes pastorales. Señala que encontrar un buen libro puede ofrecer alivio durante momentos de soledad y dificultad, abriendo nuevos espacios interiores y previniendo el encierro en ideas obsesivas. En una época dominada por los medios digitales, esta práctica mantiene su valor insustituible.
El Papa reflexiona sobre el papel activo del lector en el disfrute de una obra literaria. A diferencia de los medios audiovisuales, la lectura estimula la imaginación y la creatividad, permitiendo al lector reescribir y ampliar el texto con su propia experiencia personal. Este proceso enriquece tanto al lector como a la obra misma, creando una síntesis única y personal en cada nueva lectura.
Papa Francisco critica la escasa atención dedicada a la literatura en los procesos formativos de los futuros sacerdotes. Sostiene que descuidar la literatura conduce a un empobrecimiento intelectual y espiritual, privando a los seminaristas de un acceso privilegiado al corazón de la cultura humana. Propone, por tanto, un cambio radical que integre la literatura como parte esencial de la formación sacerdotal.
El Santo Padre destaca cómo la literatura permite un diálogo auténtico con la cultura contemporánea. Citando el Concilio Vaticano II, el Papa afirma que la literatura expresa la índole humana, ilustrando sus alegrías y sufrimientos. Ignorar la literatura significa perder la oportunidad de comprender e interactuar con las diversas culturas y sus expresiones más profundas. Compartiendo su experiencia como profesor de literatura, Papa Francisco relata cómo incentivó a sus estudiantes a leer autores que les interesaban para luego guiarlos hacia una pasión más amplia por la literatura. Este método ha demostrado que acercarse a la literatura a través de lo que se ama puede llevar a un descubrimiento más profundo y duradero del amor por la lectura.

Fe y cultura

Para un creyente, la literatura se convierte en un medio indispensable para entrar en diálogo con la vida de las personas y la cultura de su tiempo. El Papa reitera que la literatura, al expresar los eventos reales de la vida, permite hablar al corazón de los hombres y captar la presencia del Espíritu en los acontecimientos humanos.
“El contacto con los diferentes estilos literarios y gramaticales permitirá siempre profundizar en la polifonía de la Revelación sin reducirla o empobrecerla a las propias exigencias históricas o a las propias estructuras mentales.”

Nunca un Cristo sin carne

Papa Francisco llama la atención sobre el contexto religioso actual, caracterizado por un retorno a lo sagrado y una búsqueda espiritual que pueden ser ambiguos. Subraya la importancia de no ofrecer un “Cristo sin carne”, sino de anunciar un Jesucristo encarnado, hecho humano e historia. Esto es esencial para responder adecuadamente a la sed de Dios de las personas. Según el Papa, la literatura ayuda a los futuros sacerdotes a desarrollar una sensibilidad hacia la plena humanidad del Señor Jesús, permitiendo anunciar el Evangelio de manera que toque verdaderamente las vidas concretas de las personas.
“una asidua frecuentación de la literatura puede hacer que los futuros sacerdotes y todos los agentes pastorales sean aún más sensibles a la plena humanidad del Señor Jesús en la que se vierte plenamente su divinidad y anunciar el Evangelio”

Un gran bien

En este capítulo, Papa Francisco ilustra los múltiples beneficios prácticos de la lectura. Leer mejora el vocabulario, estimula la imaginación y la creatividad, ayuda a expresarse mejor, mejora la concentración y reduce el estrés y la ansiedad. Además, la lectura prepara a las personas para comprender y enfrentar las diversas situaciones de la vida. Citando a autores famosos, el Papa destaca cómo la lectura permite vivir experiencias intensas y diversificadas en poco tiempo, ampliando nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.
“En la lectura nos sumergimos en los personajes, en las preocupaciones, en los dramas, en los peligros, en los miedos de las personas que al final han superado los desafíos de la vida.”

Escuchar la voz de alguien

Papa Francisco cita al escritor argentino Jorge Luis Borges, subrayando la importancia de entrar en contacto directo con la literatura y “escuchar la voz de alguien”. La lectura sensibiliza al misterio de los demás y ayuda a tocar su corazón. Este proceso es esencial para los creyentes y, en particular, para los sacerdotes cuyo deber es tocar el corazón de los seres humanos contemporáneos. La literatura y la poesía, con su capacidad de conmover, ofrecen una contribución inigualable a este esfuerzo.
“Aquí hay una definición de literatura que me gusta mucho: escuchar la voz de alguien. Y no se olvide lo peligroso que es dejar de escuchar la voz del otro que nos interpela.”

Una especie de gimnasio de discernimiento

La literatura se describe como un “gimnasio de discernimiento” que afina las capacidades de escrutinio interior y exterior de los futuros sacerdotes. Al leer, los seminaristas aprenden a navegar entre la salvación y la perdición, viviendo el acto de la lectura como un proceso de discernimiento. La literatura estimula al lector a explorar sus propias verdades interiores, ofreciendo un espacio seguro para enfrentar angustias y crisis espirituales. Este ejercicio se compara con la experiencia ignaciana de la “desolación”, donde la perturbación interior puede llevar a una mayor conciencia y crecimiento.

“El acto de leer es entonces como un acto de “discernimiento” gracias al cual el lector se implica en primera persona como “sujeto” de lectura y al mismo tiempo como “objeto” de lo que lee.”

Atención y digestión

Según Papa Francisco, la lectura es como un “telescopio” que enfoca la complejidad de la experiencia humana. La literatura ayuda a ralentizar, a contemplar y a escuchar, contrarrestando la tendencia al eficientismo y a la superficialidad. El proceso de lectura se compara con la “digestión”, una acción que permite asimilar e interpretar la vida en profundidad. Este enfoque hospitalario a la realidad favorece una comprensión más completa y sensible de las personas y las situaciones.
“la literatura nos ayuda a decir nuestra presencia en el mundo, a “digerirla” y asimilarla, captando lo que va más allá de la superficie de lo vivido; sirve, por tanto, para interpretar la vida, discerniendo sus significados y tensiones fundamentales.”

Ver a través de los ojos de los demás

Leyendo, se adquiere la capacidad de “ver a través de los ojos de los demás”, ampliando nuestra humanidad y desarrollando empatía. La literatura permite identificarse con las experiencias ajenas, fomentando la solidaridad, la compasión y la misericordia. Este proceso nos hace más sensibles a los sufrimientos y alegrías de los demás, y nos ayuda a comprender mejor sus vidas y deseos. La lectura se convierte así en una experiencia de crecimiento personal y de compartir humano.
“Cuando se lee una historia, gracias a la visión del autor, cada uno imagina a su manera el llanto de una chica abandonada, la anciana que cubre el cuerpo de su nieto dormido, la pasión de un pequeño empresario que intenta salir adelante a pesar de las dificultades, la humillación de quien se siente criticado por todos, el joven que sueña como única salida del dolor de una vida miserable y violenta.”

El poder espiritual de la literatura

Papa Francisco concluye destacando el papel crucial de la literatura en la educación del corazón y la mente de los futuros sacerdotes. La literatura libera el lenguaje de las convenciones estáticas, permitiendo una mayor apertura espiritual. Además, recuerda la tarea primordial encomendada por Dios al hombre: “nombrar” los seres y las cosas, dándoles sentido y creando comunión. Esta afinidad entre sacerdote y poeta se manifiesta en un ministerio de escucha y compasión, donde la palabra literaria se convierte en un vehículo para la Palabra divina.
“El poder espiritual de la literatura recuerda por último la tarea primordial encomendada por Dios al hombre: la tarea de “nombrar” los seres y las cosas (cf. Gn 2, 19-20). La misión de custodio de la creación asignada por Dios a Adán pasa, ante todo, por el reconocimiento de la realidad propia y del sentido que tiene la existencia de los demás seres. El sacerdote también está investido de esta tarea originaria de “nombrar”, de dar sentido, de hacerse instrumento de comunión entre la creación y la Palabra hecha carne y de su poder de iluminación de cada aspecto de la condición humana.”

La literatura como vía de acceso a los misterios del hombre

El Papa concluye afirmando que la literatura descubre los abismos del alma humana y ayuda a los pastores a entablar un diálogo fecundo con la cultura contemporánea. La literatura es una “vía de acceso” que hace a los futuros sacerdotes más sensibles a la plena humanidad del Señor Jesús, promoviendo un anuncio del Evangelio que resuene auténticamente en el corazón de las personas.
La carta de Papa Francisco es una invitación a redescubrir el poder espiritual de la literatura en la formación sacerdotal. Para los misioneros de la Congregación de la Misión, esto significa abrazar la lectura como herramienta de crecimiento personal y pastoral, para comprender y acompañar mejor a la humanidad en su búsqueda de significado y redención. La literatura se convierte así en un compañero de viaje indispensable para cada misionero, capaz de enriquecer su vocación y su servicio. Especialmente para los compañeros comprometidos en la Pastoral Vocacional, la literatura puede ser el medio para ayudar en el discernimiento de aquellos jóvenes que desean acercarse al carisma vicenciano para revestirse de Cristo y servir a los pobres de la mejor manera posible.
Girolamo Grammatico
Oficina de Comunicación
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