¿Quién era Ján Havlík? Vida y obra del primer seminarista vicenciano beatificado.
El Siervo de Dios Ján Havlík, conocido como Janko, nació el 12 de febrero de 1928 en el pueblo de Vlčkovany, en Eslovaquia, siendo el primogénito de cuatro hijos. Fue bautizado dos días después, el 14 de febrero de 1928. Su familia vivía en condiciones de extrema pobreza y desde niño enfrentó grandes sacrificios para asistir a la escuela.
El 27 de septiembre de 1941 recibió la Confirmación en Radošovce. En 1943, a la edad de quince años, tomó la decisión vocacional de ser sacerdote y misionero lazarista para anunciar el amor de Dios a los pobres. Se trasladó a Banská Bystrica para asistir a la Escuela Apostólica de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl.
Debido a la persecución desatada por el régimen comunista contra las estructuras de la Iglesia, la Escuela Apostólica fue cerrada en mayo de 1950. El Siervo de Dios, después de ser trasladado al pueblo de Kostolna para someterse a un adoctrinamiento político durante un par de semanas, fue enviado a trabajar en la construcción de la presa de la juventud en Puchov hasta el 10 de agosto de 1950 y luego a Nitra en una empresa estatal.
Deseando continuar sus estudios en preparación para el sacerdocio y negándose a unirse a los seminarios creados por el régimen y no reconocidos por la Iglesia, el Siervo de Dios continuó sus estudios clandestinamente en Nitra junto con algunos compañeros de noviciado y bajo la guía de los superiores de la Congregación de la Misión.
El 29 de octubre de 1951, la policía secreta irrumpió y Ján Havlík fue arrestado junto con sus compañeros y superiores bajo la acusación de “alta traición”. Antes del juicio, que tuvo lugar entre el 3 y el 5 de febrero de 1953, permanecieron prisioneros durante quince meses, caracterizados por violencias y torturas. La sentencia fue extremadamente severa: el Siervo de Dios fue condenado a 14 años de prisión, luego reducidos a 10. Para cumplir su condena, fue trasladado a campos de trabajo, primero en Ostrov, en la zona de Jáchymov, y luego a Příbram. Las durísimas condiciones de vida, junto con las lesiones sufridas mientras realizaba las tareas que se le encomendaban, provocaron un deterioro progresivo de sus condiciones físicas, manifestándose principalmente en graves problemas cardíacos.
A pesar de todas las sufrimientos, incluso en los momentos más oscuros, permaneció fiel a su misión y se dedicaba incansablemente a ayudar a sus compañeros tanto en el plano material como espiritual. Fiel a la llamada del Señor, incluso en la cárcel profesaba los valores cristianos y no ocultaba su vocación. Esta convicción lo convirtió en un objetivo. Fue golpeado, encerrado en aislamiento durante meses, obligado a realizar los trabajos más duros, interrogado brutalmente a cualquier hora del día y de la noche. Debido a esta perseverancia, fue acusado nuevamente de crímenes contra el Estado, y en 1959 fue condenado a un año más de prisión: su actividad misionera fue considerada incompatible con la “libertad religiosa” proclamada por la constitución checoslovaca.
Presentó varias solicitudes para obtener beneficios como la liberación condicional y la amnistía, las cuales fueron sistemáticamente rechazadas, ya que, a pesar de su comportamiento impecable, su actitud de adhesión a la Iglesia lo hacía ser considerado como ideológicamente hostil al régimen. Mientras tanto, sus condiciones físicas mostraban un deterioro cada vez más marcado, lo que lo obligaba a hospitalizaciones periódicas.
El 29 de octubre de 1962 fue liberado al cumplir su condena, a la edad de 34 años. Sus condiciones de salud estaban irremediablemente comprometidas.
Pasó los últimos tres años de su vida entre el hospital y la casa materna, dedicando las pocas fuerzas que le quedaban al apostolado, acompañando a los niños de la primera comunión, visitando a los enfermos, y traduciendo textos religiosos. No hubo quejas por los sufrimientos constantes, por el dolor que nunca lo dejaba, ni palabras de acusación hacia sus perseguidores.
Ján Havlík murió el día de su onomástica, el 27 de diciembre de 1965, a los 37 años, como seminarista de la Misión, ofreciendo el sacrificio de su vida.
Desde su muerte, el Siervo de Dios gozó de fama de auténtico mártir entre aquellos que lo conocieron y pudieron admirar su extraordinario testimonio de fe, que nunca decayó a pesar de la durísima persecución a la que fue sometido, y constatar el deterioro progresivo de sus condiciones físicas a causa de los maltratos sufridos durante el encarcelamiento. Sin embargo, durante el régimen comunista no era posible manifestar explícitamente tales convicciones, por lo que la fama de martirio permaneció, pero de manera latente. Tras el regreso de la democracia, el testimonio de Ján Havlík comenzó a emerger de manera cada vez más clara: se le dedicaron numerosas iniciativas, se publicaron varios libros sobre él, y hasta los más jóvenes comenzaron a conocer su figura.
La sesión de apertura de la Causa diocesana de beatificación tuvo lugar el 9 de junio de 2013 en Bratislava; el 14 de diciembre de 2023, el Papa Francisco autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos a promulgar el Decreto relativo a su martirio.
P. Serhiy Pavlish, C.M.
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