Antes de profundizar en el cómo de la “Formación de los misioneros hoy” hay cuestiones importantes sobre las que reflexionar. ¿Quién envía a un misionero y cuál es el mensaje que se le envía a llevar a cabo? Estas dos ideas profundizan la urgencia y la importancia de la formación requerida. En resumen, es Dios quien llama y envía a los misioneros a través de las autoridades eclesiásticas.

 

La formación de los misioneros hoy

 

Para llevar el mensaje de salvación al pueblo, al que Dios mismo quiere ir, un misionero es una “boca de Dios”. Así pues, el emisor de un misionero es Cristo y el mensaje que tiene que llevar debe proceder de Cristo. “Después de esto, el Señor designó también a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de él a todas las ciudades y lugares adonde él mismo quería ir” (Lucas 10:1). Jesús esperaba que cuando enviara a esos setenta discípulos, ellos convirtieran los corazones y las mentes de las personas para que percibieran lo que Dios quería, haciéndolos hijos e hijas del reino de Dios.  Es desde este terreno que un misionero debe entrar en discernimiento para descubrir el mensaje que Dios quiere entregar a su pueblo. Un misionero no es enviado a proclamar sus propias ideas, ni sus propias imaginaciones, ni sus propias actitudes, no es enviado a practicar sus propios intereses, sino los intereses de Dios. Esto es posible mediante la obediencia a Dios y a la autoridad eclesiástica. Es necesaria una autorreflexión por parte del misionero para descubrir los obstáculos de ese mensaje, primero desde dentro y luego reflejando otros obstáculos desde fuera.

 

Descubrir el mensaje de Dios para el pueblo.

La autoridad de la Iglesia trabaja en nombre de Cristo, fue instituida por Cristo y Dios le ha confiado las responsabilidades de la evangelización. Normalmente los superiores con sus gabinetes hacen discernimientos sobre los deberes que deben llevar sus miembros, ellos trabajan para Dios por lo que debemos obedecerles. La Iglesia en la que Dios confió no se contradice con la idea de Dios de la evangelización. “Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Por eso, si un misionero quiere ser fiel al Señor, debe guardar el voto de obediencia a sus superiores. Por mucho que piense que tiene una idea mejor de lo que se ha decidido sobre sus ministerios o sobre el lugar de trabajo, no podrá agradar a Dios si no obedece a sus “vicarios”. Porque es a través de los líderes de la Iglesia que Dios los utiliza para llegar a otros miembros para la asignación de sus ministerios. En cualquier autoridad civil también observamos asistentes que llevan la orden de las autoridades superiores a los subordinados. Los asuntos que son contrarios a nuestra fe, por supuesto, estamos obligados a desobedecerlos, aunque provengan de alguien superior a nosotros. Otro punto importante es discernir la voluntad de Dios mientras se está en el campo. En cada actividad o responsabilidad particular vinculada al propio ministerio, uno debe buscar lo que Dios quiere que se haga allí. Uno debe descubrir qué es lo que Dios quiere que haga en ese cargo en particular, en ese deber en particular cómo quiere Dios que lo haga. Cuáles son los problemas específicos que Dios quiere que resuelva allí. Porque el trabajo en realidad es de Dios, él tiene un propósito que espera que usted cumpla allí. Él es quien sabe cómo deben resolverse esos problemas. No hay misión que sea, que nos falte algo que a Dios le gustaría que se cumpliera de una manera determinada; ya sea en la parroquia, en el seminario, en la escuela, en el hospital o en cualquier otro lugar, Dios quiere transmitir su mensaje de salvación a través de ti. Para discernir lo que Dios quiere que se haga en cada misión concreta necesitamos al Espíritu Santo. Él es quien conoce las necesidades de las personas. La relación entre el misionero y Dios debe ser de excelencia. No se puede realizar la obra de Dios estando lejos de Él, a Dios se le busca en el corazón. “Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, guardará mis palabras; y mi Padre y yo le amaremos, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Juan 14:23) Dios habla desde nuestro interior, un buen hombre espiritual será capaz de escuchar lo que Dios le habla. Rendirse a Dios es la mejor manera de ser más eficaz para escuchar la voluntad de Dios.

 

Problemas universales contra nuestra fe hoy

 

La formación de los misioneros hoy 1

  • La bandera que utilizan los LGBT para difundir su propaganda maligna, un gran problema hoy en día)

 

 

La formación de los misioneros hoy

  • El número de verdaderos creyentes está disminuyendo rápidamente

En nuestra generación actual se habla de graves problemas que amenazan la fe incluso desde sus cimientos. Podría resumir estos problemas en un solo término: “la confusión de distinguir lo que está bien de lo que está mal”. Este problema se manifiesta en forma de elementos ateos. Nadie en su sano juicio querría caer en la condenación eterna, pero la mayoría de la población mundial vive hoy como si “Dios no existiera”, o “incluso si existiera, las normas que ha impuesto a la humanidad, aunque no se cumplan, no tendrían consecuencias graves”. Otros males desafían incluso las doctrinas fundamentales tradicionales de la Iglesia, de hecho las palabras del propio Dios. Hoy la gente busca la libertad con todos sus esfuerzos hasta el punto de rechazar incluso la autoridad de Dios sobre ellos y en todas las formas de vida. Hay un espíritu de gnosticismo en la sociedad que se traduce en muchos otros problemas de fe. Hoy escuchamos las demandas de los derechos del hombre a casarse con otro hombre, de la mujer a casarse con otra mujer, de cambiar de género, de los derechos al aborto, de los derechos a los anticonceptivos, de muchos cristianos que no asisten a misa, o que se excluyen de cualquier actividad religiosa. El espíritu del gnosticismo ha echado raíces en el corazón de la gente. Surgen profetas y apóstoles cuyos antecedentes se desconocen, y mucha gente acude a ellos. Otro problema que agrava estos males es que algunos líderes populares civiles abrazan esos males y los propagan públicamente. El sentido de la vida se busca en la realización egoísta en la medida de lo posible sin tener en cuenta la posición de Dios. Hay algunas asociaciones civiles que propagan esos males en el mundo con dinero y con métodos profesionales. La mayor amenaza es cuando los misioneros también adaptamos esa actitud del mundo, en el momento en que hablamos con indiferencia contra esos males, o a veces incluso intentando defenderlos ciegamente o tratando de encontrar algunos versículos de las Escrituras que puedan justificarlos.

Es trabajo del misionero hoy llevar respuestas correctas a la gente. Es el trabajo de un misionero ayudar a los congregantes a ser capaces de abrir su ojo espiritual, para ver las cosas como Dios las ve. Pero, ¿es esto posible si el propio misionero percibe las cosas como las percibe el mundo? Si un misionero no se forma bien, ¿será capaz de ver las cosas como Dios las percibe? Para que no se cumpla la afirmación de Cristo: “Y les dijo una parábola: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el foso?”. (Lucas 6:39).

Un misionero hoy Necesita Formación

Un misionero de hoy no es inmune a los impactos de los problemas de nuestra contemporaneidad. Los muchachos que se han criado en las mismas situaciones, oyendo y viendo a los padres y a otras figuras de autoridad en esos estilos de vida irreligiosos son los que ingresan en los seminarios. Estos son los que se convierten en misioneros probablemente mientras sus mentes no están completamente transformadas. Sin embargo, un misionero no es una persona que vive fuera de la esfera de su sociedad, sino que sigue encontrándose con todo lo que le presenta su sociedad.  Cuando las cosas se repiten una y otra vez, existe el peligro de que lo erróneo se perciba como correcto. Las cosas se propagan a través de los medios de comunicación; especialmente internets, a través de foros, a través de entretenimientos, medios sociales, libros, procesiones, etc. Un misionero de hoy debe desprenderse del mundo a través de la autoconciencia para comprender su posición como maestro y evangelizador de los demás. Debe deshacerse de tantas confusiones que provienen de todos los rincones de la vida reflexionando a fondo sobre ellas a la luz de las Sagradas Escrituras, las doctrinas de la Iglesia y el Espíritu Santo. Estas confusiones se eliminarán humillándonos ante el Señor con auténtica actitud objetiva. Mientras esto es posible, se necesita otro esfuerzo para distinguir entre las ideas subjetivas de cada uno y la realidad objetiva del mensaje de las Escrituras.

 

El misionero como maestro de la Sociedad

Cuando la sociedad falla, la Iglesia, que es misionera por naturaleza, debe reflexionar sobre sí misma para descubrir en qué hemos fallado. Hoy en día es como si la sociedad estuviera dando forma a la Iglesia en lugar de ser la Iglesia la que transforme la sociedad. La Iglesia es tan poderosa y ha penetrado en todas partes, si los misioneros son lo suficientemente serios como para aferrarse a las tradiciones de la Iglesia, podemos convertir al mundo entero. Los dirigentes del Estado son nuestros fieles, los dirigentes políticos son nuestros fieles, los escolares son parte de la comunidad eclesial, cuando éstos se transforman la sociedad se transforma. Si no formamos a la sociedad según las normas morales cristianas, la sociedad transformará a los fieles según sus intereses.

Humildad en la formación de los misioneros: La humildad y la diligencia es la fuente de todo conocimiento útil. Un misionero es enviado a diversos lugares de diferentes culturas, diferentes normas, y en cada sociedad diferente obvio que se encontrará con diversos problemas de diversa naturaleza; Desde el nivel de continental, nacional, y dentro de cada etnia particular, nivel parroquial incluso hasta la localidad particular confinada. Con paciencia un misionero tendrá que abrir su mente y su corazón para aprender los problemas pastorales específicos de cada lugar al que vaya. Un problema similar y la misma metodología pueden no funcionar en otro lugar, por lo que el misionero debe ser lo suficientemente humilde como para descubrir y aprender los problemas específicos y la metodología específica que debe aplicarse en cada caso concreto. Existe también un desafío singular contra la propia humildad, especialmente entre los más cultos, como revelan algunos investigadores: “Los resultados de investigaciones centradas específicamente en la relación entre humildad intelectual y religiosidad tienden a sugerir que cuanto más religioso es uno, menos humilde intelectualmente puede ser”.[1] Se trata de un problema por el que, debido al estatus religioso con el nivel intelectual alcanzado, uno se siente perfecto, por lo que no es lo suficientemente humilde como para reconocer sus debilidades y sus necesidades de cambiar y aprender más cosas. Los sentimientos de exceso de confianza hacia el propio intelecto y estatus religioso resistiéndose incluso a las gracias del Espíritu Santo que es la fuente de la sabiduría.[2] El centro del conocimiento pasa a ser uno mismo. No admitir que todo lo que ha ganado en la formación y en los estudios del seminario tiene que ser complementado por la luz del Espíritu Santo.  Incluso de las personas menos formadas hay mucho que podemos aprender directa o indirectamente, de hermanos y hermanas más experimentados en aspectos particulares nos enriquecerán mucho.

 

Las dificultades de la evangelización en la actualidad

Hoy en día existen varios retos en el ámbito de los ministerios. La resistencia de las personas a las que sirven. El mundo ha cambiado radicalmente en muchas formas, lo que hace que la gente tenga percepciones diferentes de todo, incluida su comprensión de Dios. Sobre la fe, la gente es más crítica que las generaciones pasadas; desafían todo conocimiento que parezca interferir en su libertad. San Agustín dijo: “Creo para comprender”. En nuestra generación, esta afirmación ya no parece fácilmente aplicable, la religión se percibe como una entidad que arrebata la libertad de las personas, el significado de la libertad está distorsionado. Al tratar de liberarse de Dios y de las órdenes morales se crean muchas complicaciones contra sí mismos que son incluso muy complejas de resolver; problemas relacionales, problemas psicológicos y problemas espirituales. Los medios de comunicación se han convertido en maestros de mucha gente, especialmente de los chicos y chicas jóvenes en general. La gente piensa en la religión desde una mentalidad que ya está llena de una gran cantidad de puntos de vista elevados.

 

Formación de los Misioneros Vicentinos en particular

En tiempos de San Vicente de Paúl, la Iglesia se enfrentaba a los retos de su época. Vicente en su tiempo encontró que el motivo del sacerdocio estaba influenciado por el dinero y que los sacerdotes vivían fastuosamente. Él también creció en la misma actitud, pero poco a poco llegó a discernir que el sentido del sacerdocio se centraba en la salvación de las almas, incluida la suya. ¿Qué convirtió el corazón de Vicente en el típico servidor de las almas y de los pobres? Interiormente en su corazón había disposición para aceptar la verdad, una vez que se encontró con la gracia de Dios su actitud se convirtió, su concepto erróneo se aclaró. Hay varios acontecimientos que Vicente encontró y que le cambiaron. La gracia viene a nosotros en formas agradables e incluso a través del dolor y de las pruebas. Cuando somos fieles, Dios puede utilizar incluso los acontecimientos malos para sacar de ellos lo que es bueno para nosotros. Cuando Vicente viajó a Roma para peregrinar, admitió que su corazón se llenó de la actitud de la santidad, cuando fue esclavizado experimentó el dolor de los sufrientes, cuando escuchó la confesión del penitente en Folloville el 25 de enero de 1617 y su destacada predicación convenció a mucha gente a confesar sus pecados, ¡el acontecimiento convirtió su mente sobre quién era! cuando en Chattilon recibió la información de que en una casa, todos los miembros estaban enfermos y después de reconocer la generosidad de los que les ayudaron tuvo la idea de empezar a servir a los pobres. Todo esto y otras cosas dieron a Vicente una nueva perspectiva sobre su vocación. Vicente nos desafía hoy a que volvamos a los orígenes de la idea de nuestro fundador, siguiendo a Cristo evangelizador de los pobres. La conversión de Vicente nos enseña hoy a reflexionar sobre el sentido de nuestro ser misioneros vicencianos, cuál es el sentido de nuestra vocación sacerdotal y de ser misioneros vicencianos. Vicente y sus compañeros estaban decididos a trabajar en los lugares del interior sin obtener nada para sí mismos. Hoy estamos en el mundo que experimenta una rápida urbanización con gran desequilibrio entre las aldeas, y las ciudades ricas, entre los países pobres y los países ricos. Esto supone una gran tentación para los misioneros a la hora de elegir entre trabajar en diócesis ricas o estar dispuestos a trabajar en pueblos y países pobres. Los misioneros e incluso los superiores pueden desarrollar un montón de débiles razones por las que optar por no trabajar en algunas parroquias o lugares remotos o países pobres o cualquier lugar desafiante en lugar de elegir trabajar en lugares más cómodos. Vicente rogó a los ricos que ayudaran a los pobres, el mismo método es posible hoy en día, hay muchas organizaciones de voluntariado hoy en día, que ayudan a los pobres, a la iglesia necesitada, y a las familias pobres, también hay voluntarios individuales. Hay conflictos en algunos países, sequías y hambrunas, poca seguridad en algunos lugares, lugares con enfermedades, etc. Vincent y sus compañeros misioneros casi se encontraron con todo esto, fueron llamados a trabajar en estas zonas para llevar esperanza a los marginados de estas zonas. Es la misma llamada hoy en día, estos deben ser nuestros lugares de interés, es para estos que nuestra congregación fue fundada. Esto es lo que da significado a nuestro carisma.          Como servidores de los pobres, un misionero vicenciano tiene que estar dispuesto a descubrir el tipo de pobreza espiritual y material que afecta sobre todo a la gente de su lugar. Hay gente rica que es críticamente pobre de almas, de hecho en la mayoría de las regiones desarrolladas del mundo también hay poca práctica de la fe en su genuinidad, que se han aferrado a la riqueza e ignoran a Dios, o se aferran a Dios pero parcialmente. En todas partes hay pobres materiales, pero también espiritualmente. Personas que han perdido la fe en Dios a causa de la injusticia que encuentran, o debido al dolor de su pobreza.

 

Fr. Reginald P. Uisso
Región de Tanzania

 

[1] Peter, C. Hill, “The International Journal for the Psychology of Religion” 31, no 3. (2021) 205-212 (206) http://www.tandfonline.com/loi/hjpr20#.VfBz8BFVikq

[2] Ibid.

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