Las Naciones Unidas el 20 de septiembreth tenían un sentimiento muy diferente. O vibración, como diría la generación más joven. Apropiadamente, porque era su día, totalmente organizado por los jóvenes, con vídeos y música, declaraciones y promesas en el lenguaje y el estilo de los jóvenes.
Toda una diferencia -un cambio bienvenido- respecto al aspecto habitual de la ONU, con hombres y mujeres de edad avanzada llenando los pasillos.
Los dos “Días de Acción” (20-21 de septiembre) fueron la antesala de la esperada Cumbre del Futuro, un acontecimiento que pretende -¿espera? -revitalizar los esfuerzos para impulsar la Agenda 2030 de la ONU. Los 193 Estados miembros aprobaron la agenda y se comprometieron a cumplir su promesa de una vida sostenible, saludable y más equitativa para las personas y el planeta sin dejar a nadie atrás. Sin embargo, la triste realidad es que en 2024, cuando solo faltan 6 años, las mejores estimaciones indican que solo el 17% de los 17 Objetivos están en vías de cumplirse.
Así pues, el primer Día de Acción giró en torno a la juventud, sus esperanzas y sueños, y sus promesas de aportar energía y visión para dar forma al mundo futuro que heredarán. La mitad de la población mundial tiene menos de 30 años y, sin embargo, no siempre se toma en serio a los jóvenes en los espacios de toma de decisiones de alto nivel. Y ellos lo dijeron, alto y claro.
Aplaudiendo la iniciativa del Secretario General de crear una Oficina de la ONU para la Juventud, los oradores insistieron en que éste debe ser sólo un primer paso. No más jóvenes en los márgenes; tienen que estar en el centro de las cosas. Deben ser escuchados y merecen un sitio en la mesa. Puede que carezcan de la experiencia y la sabiduría de los más maduros, pero aportan una mirada fresca y una nueva visión, así como una evidente comodidad con el uso de tecnologías nuevas y emergentes. Pero exigen autenticidad de los líderes, más acción que palabras, si queremos tener instituciones responsables.
Me pareció un gran paso adelante y me recordó los comentarios de un antiguo embajador que participó activamente en la formulación de la Agenda 2030 (los ODS): una de las principales deficiencias de las Naciones Unidas es que piensa como antes pero tiene problemas nuevos, estructuras y procesos antiguos incapaces de hacer frente a los nuevos retos. Necesitaremos emplear la Inteligencia Artificial para ayudar a resolver los problemas del momento, pero ¿qué estamos haciendo para comprender su potencial, salvaguardar su uso positivo y seguir el ritmo de su rápido desarrollo?
¿Alguien quiere odres nuevos?
La Cumbre del Futuro en sí, dos días después, no estuvo a la altura de la promesa de un gran acontecimiento de singular importancia, y desde luego no fue lo que la comunidad de ONG esperaba. No hubo grandes avances, ni resoluciones vinculantes. Algunos Estados siguen resistiéndose a hablar de Derechos Humanos. Y muchos prefieren hablar de vivienda pero no mencionar a las personas sin hogar.
Pero tampoco todo siguió igual. Siempre hay signos de esperanza. Se debaten temas, los Estados miembros siguen hablando entre sí. El diálogo es en su mayor parte cordial y respetuoso. Aunque actualmente no es posible añadir otros contenidos que faltan a la Agenda 2030, nadie pide que se elimine ningún aspecto de los 17 Objetivos.
Pero para mí el signo de esperanza más brillante es el significativo paso adelante que han dado los jóvenes a la hora de defender una participación significativa en la configuración del futuro en el que vivirán. Adoptan los Objetivos de Desarrollo Sostenible y ya están profundamente implicados en muchos lugares del mundo en la acción por el clima. Parece que en el futuro tendrán una presencia estable en las deliberaciones de la ONU. Anuncian el cambio y deberíamos acogerlo con satisfacción.
Bienvenidos, jóvenes. El futuro es realmente vuestro.
Jim Claffey
ONG de la ONU Representante de la Congregación de la Misión