El día 24 de octubre de 2024 el Papa Francisco ofreció a los católicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad una nueva encíclica, intitulada “Dilexit nos” que se traduce “él nos ha amado”. Esta encíclica se centra en el amor de Jesucristo, tanto divino como humano, y cómo este amor es la clave para la salvación y la vida plena.

Como buen jesuita, reflexiona sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, especialmente en su 350 año de existencia. Su devoción al Sagrado Corazón le lleva a denunciar el consumismo, las guerras y el mundo que está “perdiendo el corazón“. Ante tal situación, el Santo Padre nos exhorta a recuperar la humanidad, la solidaridad y el amor por el prójimo, con el amor del Corazón de Cristo. Como hijo de su tiempo, advierte sobre el uso antihumano de la tecnología y se destaca la necesidad de cultivar una esfera interior y religiosa. Para ello, anima a todos a realizar obras de caridad y a cuidar la casa común, reflejando el espíritu de compasión y servicio[1].

Ciertamente, muchos aplaudieron la llegada de esta encíclica; sin embargo, otros creen que no ha aportado novedades importantes[2], puesto que los principales temas discutidos en ella ya han sido tratados en sus tres anteriores encíclicas (Laudato Si, 2015; Lumen Fidei, 2013; y Fratelli Tutti, 2020). Pero, de acuerdo con otros, el mérito de esta encíclica es su enfoque en volver al corazón[3] y en reforzar varios temas ya estudiados anteriormente[4]. En realidad, a pesar de estas críticas, esta encíclica puede fortalecer muchos aspectos de la vida misionera y espiritual de los fieles. Pues, si se estudia y se aplica bien, la encíclica tiene el potencial de revitalizar la fe y devoción de los fieles. Puede guiar a la Iglesia hacia un futuro lleno de amor, unidad y compromiso social.

Ahora bien, ¿esta encíclica tiene alguna relación con los valores vicentinos? Los temas estudiados por el Papa Francisco están conectados con los valores vicentinos. De hecho, los escritos del Santo Padre y los valores vicentinos comparten un enfoque en el amor divino y humano. El carisma vicentino, fundado por San Vicente de Paúl, pone un fuerte énfasis en el servicio a los pobres y necesitados, inspirado por el amor de Cristo. Fue en nombre de Jesucristo que Vicente buscaba a los pobres para servirles. Él servía a los pobres con respeto, devoción, dulzura y cordialidad, porque representaban a la persona de Cristo. A lo largo de su vida, buscó en todo momento imitar a Cristo como servidor y evangelizador de los pobres, viendo a Cristo en cada persona necesitada. Por eso, siempre buscaba ajustar su conducta a las palabras y al ejemplo de Jesucristo (XI, 383).

Al recibir esta encíclica, ¿cómo podría un vicentino aplicar sus principios? Un vicentino puede aplicar sus principios de varios modos, ya que hacerlo es una forma de honrar a San Vicente de Paúl y reforzar nuestro compromiso vicentino en el servicio a los más necesitados. Este año jubilar es una oportunidad para que los vicentinos profundicen en la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Desde los primeros tiempos, la Iglesia siempre ha meditado “en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua”. Por tal razón, la Iglesia no duda en reconocer y enseñar que de ese Corazón nació ella y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. Desde entonces, todos tenemos acceso al cielo. Es decir, tenemos acceso a un acontecimiento. Este acontecimiento es el encuentro con el Sagrado Corazón de Jesús.

Además, los vicentinos pueden seguir el ejemplo de San Vicente de Paúl dedicándose al servicio de los pobres y marginados. Esto podría incluir la organización de campañas de recolección de alimentos, la visita a enfermos y ancianos, y el apoyo a personas en situación de vulnerabilidad. Igualmente, pueden implementar acciones concretas para proteger y cuidar la “casa común”. Esto puede incluir la plantación de árboles, el reciclaje y la promoción de prácticas sostenibles en la comunidad. No podemos olvidar que una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento y del egoísmo[5].

Una aplicación vicentina de los principios de esta encíclica podría ser difundir sus mensajes entre otros miembros de la comunidad, organizando charlas, talleres y encuentros que expliquen y reflexionen sobre sus enseñanzas. Es, además, una invitación a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad[6].

Vicentinos, honremos pues a San Vicente de Paúl estudiando y aplicando los principios de esta encíclica.

 

Por Jean Rolex, CM

[1] Francisco (2024). Carta encíclica Dilexit Nos sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. Recuperado de https://www.vatican.va/.

[2] AICA (2024). Dilexit nos: Clave para entender el magisterio del Papa Francisco. Recuperado de https://aica.org/.

[3] REL (2024). Dilexit Nos, encíclica al Sagrado Corazón «del que nace todo»: camino de acogida mutua y de perdón. Recuperado de https://www.religionenlibertad.com/vaticano.

[4] Religión Digital (2024). Estas son las claves de ‘Dilexit nos’ (Nos amó), la cuarta carta del pontificado de Bergoglio. Recuperado de https://www.religiondigital.org/.

[5] Francisco (2015). Carta Encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la casa común. Recuperado de https://www.vatican.va/.

[6] Ibid.,