Por Jean Rolex, CM

¿Qué valor puede tener la cruz de Cristo para los misioneros de hoy? No es un secreto para nadie que, el mundo de hoy está muy hostil a todo aquello que hace alusión a Dios y a la cruz. Son pocas las personas que se sienten identificadas con la cruz de Cristo. Vivimos actualmente en un mundo que valora solamente lo fuerte, la juventud, el poder de ganar, de tener, la salud robusta. Hoy en día, casi no hay espacio para lo frágil, lo débil, ni mucho menos para el sufrimiento. De hecho, para muchos, la cruz apela al sufrimiento. Por lo tanto, hay que salir de ella lo más pronto posible. Desde luego, muchos buscan un amor y una libertad que excluyan a la cruz de Cristo. Según ellos, la cruz de Cristo sigue siendo una locura, una necedad. Pero a pesar de tanta hostilidad, hay otros que sí creen que la cruz de Cristo tiene valor. En ella aprenden “la gran lección de amor que Dios nos ha dado, para que nazca en nosotros un deseo renovado de convertir nuestro corazón, viviendo cada día el mismo amor, la única fuerza capaz de cambiar el mundo” (Benedicto XVI, 2010). La cruz de Cristo no sólo ha cambiado la vida y la historia del ser humano, sino también, ha abierto el paso a lo novedoso, a lo infinito. Así pues, ¿en qué consiste el valor de la cruz de Cristo para los misioneros?

El valor de la cruz de Cristo para los misioneros consiste en mostrarnos que “Dios no nos amó en broma”. Pero también, pone en evidencia la maldad del ser humano. La densidad del pecado humano es tal que mata a Dios. En la cruz de Cristo, los diversos sufrimientos del mundo se han puesto desnudos. Nuestras fragilidades, nuestras limitaciones y nuestra realidad mortal se revelan también a través de ella.

Sin embargo, no todo está perdido. Puesto que, la misma cruz de Cristo es la respuesta de Dios al mal. A veces nos parece que Dios no responde al mal, que permanece en silencio. En realidad, Dios ha hablado, ha respondido, y su respuesta es la cruz de Cristo: una palabra que es amor, misericordia, perdón. Y también juicio: Dios nos juzga amándonos (Francisco, 2013). Así mismo, la cruz de Cristo ha puesto en evidencia la decepción total del derecho romano, condenando a un inocente. El senado de Israel, el Sanedrín también sorprendió, porque su misión era defender los derechos de Dios y terminó condenándolo a muerte. El pueblo, los discípulos también decepcionaron. Ciertamente, estas decepciones no matan, pero nos pueden enseñar a  encontrar en la cruz de Cristo el valor y la fuerza necesaria para seguir construyendo un mundo mucho mejor.

La cruz de Cristo tiene otro valor para los misioneros en cuanto que ella, es lugar de consuelo y de esperanza. Hay esperanza, mientras haya gente como la Virgen María “cuya ternura permanece fiel hasta la muerte y más allá de la muerte.” (Rivero, 2019) Ante la amenaza del pecado, María es para toda la humanidad garantía de la victoria del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte. Al igual modo, mientras existan todavía Verónicas, Simón, el Cirineo, el amor, el bien y la justicia, entonces los consuelos no se acaban. En efecto, hoy es el momento como misioneros para volver a mirar la cruz de Cristo, porque en ella podemos encontrar un nuevo modo de ser discípulos misioneros. De encontrar nuevo camino que significa. Es decir, camino que garantiza la sostenibilidad de la vida desde un salto ecológico, ético y profético. Me parece crucial como misioneros preguntándonos: ¿Qué quedó de la experiencia de la cruz de Cristo en nuestra vida y en nuestro servicio a los pobres? ¿Cómo es nuestro estilo de vida misionera? ¿Qué fronteras debemos cruzar? ¿Cuál es nuestra preocupación misionera? ¿En qué gastamos nuestro tiempo, nuestras energías? Hoy más que nunca, la cruz de Cristo nos reta a poner atención a la vida ya que ella es capaz de decirnos todo.

Es verdad, la realidad de la cruz nos puede desbordar, confundir, pero en ella está naciendo una humanidad nueva en amor y en gracia. Ahora bien, nos toca buscar nuestro lugar en ella. Son muchos los santos que han encontrado en ella el celo de la fe y encendió la luz del amor. Entre ellos, encontramos a san Vicente de Paúl. Fue en la cruz de Cristo que encontró el celo para la salvación de los pobres. Ella no permitió a él quedarse indiferente ante la situación inhumana de los pobres de su época. Actualmente, nosotros como misioneros experimentamos otro modelo de pobrezas. Ante esta realidad, el verdadero misionero sabe muy bien lo que tiene de más y que alguien lo necesite. El tiempo que tiene de más, alguien quizás no tan lejos de él lo necesite. El dinero que tiene de más, todavía hay alguien que lo necesite. La comida que tiene de más, hay un pobre que lo necesite. Las ropas, las prendas que no están usando y que están de más, hay alguien que los necesite. Asumir la propuesta de la cruz de Cristo es abrir nuestros corazones y nuestras manos a los demás. Es, además, recuperar la voz profética que está adormecida en nosotros.

En la actualidad, nuestro mundo necesita más misioneros proféticos que maestros. Misioneros proféticos que recuerden al mundo: “si hubo un tiempo en que el mundo sufría por falta de conocimiento, de espíritu crítico, de racionalidad. Como reacción, tuvo lugar el Iluminismo, la exaltación de la razón”, hoy en día, lo que falta a nuestro mundo es un poco más de calor humano, de generosidad, de comprensión, de corazones más humanos, en fin, un mundo más humano dónde hay espacio para Dios y para la cruz de Cristo.

Concluimos, diciendo que el valor de la cruz de Cristo para los misioneros consiste en que: “expresa ambas cosas: toda la fuerza negativa del mal, y toda la mansa omnipotencia de la misericordia de Dios.” (Francisco 2013) Por eso, ella es para nosotros nuestra única y verdadera esperanza.

Referencias

Benedicto XVI (2006). Palabras del Santo Padre Benedicto XVI al final del rezo del vía crucis en el Coliseo. Recuperado de ttps://www.vatican.va/.

Benedicto VI (2010). Vía Crucis en el Coliseo. Recuperado de https://www.vatican.va/.

Francisco (2013). Palabra del Santo Padre: Vía Crucis en el Coliseo. Recuperado de https://www.vatican.va/.

Rivero Antonio (2019). Dios no nos amó de broma. Miremos la Cruz. Recuperado de https://es.zenit.org/.

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