El pasado día 1 de este mes de mayo de 2018, Ricardo Rozas, CM, estudiante de Teología en nuestra Comunidad Formativa de Santa Marta de Tormes (Salamanca), emitió los Votos en la Congregación de la Misión. El acto tuvo lugar dentro de la Eucaristía presidida por el Visitador, P. Jesús Mª González Antón, C. M. Fue una celebración gozosa, sencilla y familiar, tanto por parte de los familiares y amigos de Ricardo Rozas, como por parte de la Comunidad de Formación y de la Comunidad de la Casa-Residencia.

Ricardo Rozas, habitual colaborador de esta página web, nos ha enviado un artículo de “acción de gracias”, escrito ese día de su emisión de los Votos. A continuación, ponemos ese artículo y un reportaje fotográfico de esa importante y significativa jornada vicenciana.

“Amemos a Dios, pero que esto sea a costa de nuestros brazos, con el sudor de nuestros rostros…”, invitaba San Vicente de Paúl a los misioneros de entonces y, sin duda es una invitación constante a los misioneros de hoy.

De la Eucaristía dimana, la fuerza de nuestra actividad y de la comunión fraterna. Por la Eucaristía se hacen presentes de nuevo la muerte y resurrección de Cristo. Y, es ahora, en este momento, en el que doy gracias a Dios, por tantos, por tantas personas, por tantas experiencias… en definitiva, por su presencia constante en mi vida.

Y de esto es de lo que hablo, de una gran vocación, de una llamada a vivir. De ser consciente del gran regalo de la vida y del compromiso de que mi vida siga siendo regalo y don para los demás. Esa llamada a la vida se produjo en mi familia, por la que doy gracias cada día. Doy gracias porque mis padres me tuvieron con amor, me cuidaron, educaron y acompañaron. Mi madre, mi hermano, que hoy me acompañan, y mi abuelo, y mi abuela… con ellos aprendí el valor de la familia, una familia generosa, luchadora, trabajadora… unida en lo bueno, pero que también sabe recomponerse en la dificultad, en la enfermedad… Gracias mamá y gracias Santiago, porque me acompañáis, porque seguis siendo ejemplo en el sonreír y en el mirar adelante, gracias por vuestro ser familia.

Gracias a tantísimas Hijas de la Caridad que han acompañado mi educación, mi camino de discernimiento, pero especialmente gracias a ti, son Alejandra, por tu acompañamiento, tu realismo y tu sinceridad.

Mi familia eligió un colegio de Hijas de la Caridad, donde conocí a San Vicente, conocí el carisma vicenciano y, conocí grandes amigos, los mejores, entre los que estaba el mejor amigo que tengo, Fabio, y gracias a él mi familia se amplió con la suya, que hoy estáis aquí presentes. Es una gran alegría que, gracias a Fabio, vosotros os hayáis convertido en familia, que estéis siempre presentes, y saber que cuento con personas como vosotros.

Gracias a la Congregación de la Misión, que se hace vida en la Provincia San Vicente de Paul-España, a la que pertenezco, y que representa usted como Visitador. Gracias, porque como le decía en mi carta de petición, siempre he sentido el respaldo de la Provincia, acompañándome, sosteniéndome, animándome a descubrir a Dios en tantos lugares a los que he sido enviado, pero especialmente en tantas personas. También se hace vida la Congregación, a la que hoy me incorporo definitivamente, en la comunidad local y es que esta es mi experiencia de comunidad.

Gracias por los formadores que habéis dado y seguís dando lo mejor de vosotros mismos para que seamos misioneros formados, conforme a lo que Dios nos pide y la Congregación espera y necesita. Esta etapa de la formación ha sido y es apasionante, también cansada y exigente, pero es central y por ello valoro vuestro ministerio.

Gracias por los compañeros, los de ahora, Juan y Juan Enrique, pero también por los que habéis seguido caminando y habéis sido destinados, Fran y Joao, y otros que han sido compañeros y amigos, y están lejos, en la distancia, pero cerca en el cariño y la oración, como Karel. Es con vosotros con quienes he compartido y comparto la vida, el día a día, lo cotidiano… y estoy convencido de que la comunidad es un reto, un desafío en muchos momentos, pero es apasionante y sólo desde la comunidad y el sentirme parte de ella, me alegro en el Señor, que es el que nos une, nos pone en una misma dirección y nos permite fijar los ojos en Cristo, autor de nuestra fe.

También en mi carta de petición para emitir los votos narraba las diferentes experiencias pastorales que he tenido y a las que he sido enviado desde la comunidad. Los pobres, nuestros amos y señores, han sido y son cada día el centro de mi oración y discernimiento. Basta decir a modo de ejemplo, que la experiencia en Honduras marcó mi vida y mi vocación; me confirmó en mi respuesta a ser sacerdote en la Congregación. Pero tengo que admitir que los jóvenes, vosotros que estáis aquí y otros que he ido conociendo y acompañando, sois también el centro de mi vida, de mi entrega … Tanto los pobres, como los jóvenes, me evangelizáis, me hacéis ver el rostro de Cristo, me permitís escucharos, acompañaros… me permitís ser con vosotros y vosotros conmigo. Comparto de corazón vuestros momentos de dificultad, también los de alegría.

A los Padres y Hermanos de la comunidad, entre ellos los que estáis en la enfermería, gracias de corazón pues sois ejemplo para mí, con experiencia y cada uno de vosotros me ayudáis a discernir más claramente mi vocación; son muchas las conversaciones y anécdotas, es mucha la vida compartida.

Al P. José Antonio, director, al P. Eladio, superior, y al P. Inocencio, formador, gracias por vuestras muestras de cercanía y de acompañamiento. Gracias por ser ustedes mismos, y respetando la libertad individual orientarla a la comunitaria.

Dos frases para terminar:

A gusto me glorío en mis debilidades para que resida en mí la fuerza de Cristo. Porque sé de quién me he fiado, de Cristo.

Y, es que ya no soy yo quien vive en mí, es Cristo. Él, conociéndome, me ama y me llama día a día a entregarme.

Queridos cohermanos, querida familia, queridos amigos, queridos jóvenes: no dejéis de rezar por mí, para que nunca pierda la alegría profunda de corazón que experimento ahora y que me hace elevar mis ojos y mi corazón al Dios Amor y decirle: gracias.

Ricardo Rozas, CM e-mail:
rjrp88@gmail.com

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