Las Hijas de la Caridad han permanecido en esta misión durante 68 años. La Provincia de Perú envió un misionero para estudiar sus posibilidades y condiciones. Ahora hay dos misioneros vicencianos, que esperan uno o dos misioneros vicencianos más para establecer completamente esta comunidad. El obispo ha pedido a los sacerdotes encargarse de “Kateri,” parte de un proyecto más amplio, EPARU (Equipo Pastoral Rural), dirigido durante unos 30 años por las Hijas de la Caridad. Hoy está dirigido por un “Consejo de Maestros” entrenados para formar líderes cristianos que sirvan a las comunidades indígenas a lo largo de la diócesis. Kateri es una “escuela de media pensión” para niños de escuela secundaria. Es un centro educativo en el corazón de la selva. El clima es caluroso y húmedo, típicamente tropical. La misión estará para visitar las comunidades que bordean los ríos, ya que todos son navegables. El viaje desde la sede episcopal a Kateri dura tres días en la barca adquirida por las Hijas de la Caridad para el trabajo pastoral. La lancha motora puede acortar el viaje a ocho o nueve horas. La mayor parte de los grupos indígenas son seminómadas. Esta es una misión difícil, incluso aunque todas las comunidades hablen o entiendan español. Los misioneros colaboran también con la diócesis y en la formación y ministerio pastoral de EPARU en buena armonía con el Equipo Laico y las Hijas de la Caridad. Esta misión está comenzando y se espera mucho de ella. Los dos obispos de la zona y algunos de los sacerdotes expresan su esperanza de que los misioneros animen no sólo a los nativos, sino también a los mismos sacerdotes, con su espiritualidad y fuerza misionera tan necesaria para ayudar al crecimiento inicial de la Diócesis de Beni.
En 2009, la diócesis nos confió una parroquia en la periferia de la ciudad de Cochabamba. Los actuales superior y párroco han estado aquí desde la fundación. Casi todos los misioneros que han servido ahí eran de la Provincia de Chile, porque había sido confiada al cuidado de esta misión. La comunidad necesita al menos un misionero más. La parroquia estaba en una situación lamentable. Un trabajo constante y dedicado ha transformado el rostro de esta misión. Tiene dos áreas distintas. Una es la zona rural alta con poblaciones al mismo nivel que las de Moco-moco y Misiones Italaque. Los sacerdotes visitan y evangelizan a 22 comunidades. En muchas de estas, una pequeña comunidad cristiana está comenzando a establecerse. El trabajo es arduo. La población de 5000 a 6000 personas es del grupo étnico Quechua. Muchos entienden ya el español, pero es todavía necesario conocer y hablar el Quechua para alimentar la fe de las gentes. La otra es una “ciudad marginal.” Estos son asentamientos de colonias de trabajadores, que llegan a la zona porque les daba tierra y casa la compañía para la que trabajaban o el gobierno. Hay siete capillas y se necesitan más para atender a 8000 o 8500 habitantes que hablan Quechua y Castellano. Se están promoviendo algunas asociaciones existentes, y algunas de la Familia Vicenciana. Es un ministerio pastoral típico en una parroquia misionera. Los sacerdotes piensan que puede devolverse al obispo para algunos sacerdotes diocesanos, pero el obispo piensa que se perdería lo que ya se ha conseguido con el peligro de convertirse la parroquia en un mercado sacramental. Las gentes son muy pobres y con una necesidad grande de formación religiosa, pero se desconoce dónde irá a parar el intenso crecimiento de la población. Podría utilizarse como centro vocacional y de acogida de los sacerdotes de las otras dos misiones en Bolivia.
En 2018, celebraremos los 25 años de trabajo entre los pueblos indígenas Aimaras y algunas comunidades Quechua. La misión está situada en terreno montañoso árido y frío, sirviendo a 56 comunidades en Moco-moco, y 31 en Italaque. Todas ellas están dispersas y es difícil el acceso. En muchas de estas comunidades, los jóvenes se van y permanecen los mayores. Solo la población de Moco-moco y algunas de sus comunidades están experimentando un rebote gracias al comercio que les llega. Construir comunidades de fe ha sido siempre el principal reto pastoral con las visitas a las comunidades y el trabajo con los catequistas. Es imperativo celebrar la Eucaristía y formar a las personas para los sacramentos. El trabajo pastoral está muy diversificado: círculos bíblicos, cursos pre-sacramentales, formación de catequistas, trabajo pastoral con familias, preparación para las fiestas, formación de los niños y los jóvenes en grupos. Hay también programas que promocionan la educación, la nutrición, la salud, y los servicios sociales.¿Qué ocurrirá en el futuro? Los dos misioneros han estado trabajando allí durante casi diez años. Ninguno se ha presentado para esta misión, quizás por miedo a la altura y las condiciones geográficas. Se requiere buena salud y aguante físico, pero, sobre todo, un fuerte espíritu misionero cuyo testimonio moral y espiritual les comprometa a continuar todo lo ya emprendido. La diócesis no tiene suficientes sacerdotes para asumir esta zona.