La celebración de la Semana Santa de este año está ocurriendo en una situación que no nos imaginamos.
La Semana Santa está evolucionando en medio de la pandemia del COVID19, la cual, de una forma o de otra, está tocando las vidas de toda la humanidad alrededor del mundo.
La pasión y muerte de Jesús se ha repetido una y otra vez en todos los rincones del mundo.
¡Pero si el sufrimiento y la muerte son tan visibles, también lo es su Resurrección!
Hay resurrecciones ocurriendo aquí y ahora, en la tierra, en los corazones, mentes y cuerpos de mucha gente, y todas nos llevan a la Resurrección final y definitiva: la vida eterna.
Hay un movimiento de bondad y Caridad emergiendo de forma cada vez más clara en todos los rincones del globo cada día: un afán por ayudar a las personas necesitadas allá donde estén, espiritual, física, emocional y materialmente.
Jesús ha resucitado en muchos corazones, mentes y cuerpos de personas.
Como miembros de la Familia Vicenciana, de modo amplio, en todo el mundo, estamos invitados a extender esta Caridad hasta los rincones más lejanos de la Tierra, y no podemos terminar la misión hasta que la Caridad no sea una globalizada.
Continuemos ayudándonos entre nosotros para resucitar siempre en los corazones, mentes y cuerpos de la gente aquí y ahora, para llegar un día a la Resurrección final y definitiva: ¡la vida eterna!
¡Aleluya! ¡Alabemos al Señor!