En 2020, los Misioneros Vicentinos de la Provincia Brasileña de la Congregación de la Misión (PBCM) celebran sus 200 años de presencia y servicio en tierras brasileñas.

Animados por el espíritu misionero vicentino de ir “a toda la tierra, para inflamarla con el amor de Cristo”, a fines de noviembre de 1819, los misioneros portugueses, el P. Antônio Ferreira Viçoso y el P. Leandro Rebelo llegaron a Río de Janeiro (RJ) y, en 1820, establecieron en Caraça (MG) la primera misión vicentina en Brasil.

1.  Desde el Santuario de Caraça, la misión vicentina se desarrolló y llegó a varias regiones de Brasil. De 1820 a 1970, los misioneros actuaron especialmente en la formación del clero diocesano, en la predicación de las misiones populares y en la educación de los jóvenes. 

Los Misioneros Vicentinos, los “Lazaristas” o los “Padres y Hermanos de la Misión”, como son también conocidos en Brasil, actuaron en la dirección de los seminarios diocesanos. Con un amor desinteresado y un servicio generoso a la Iglesia, los misioneros asumieron 19 seminarios diocesanos, mayores y menores, de 12 diócesis, desde el norte al sur del país. Contando, sobre todo, con misioneros enviados desde la Provincia de Paris, colaboraron ​​en la formación de un promedio de 2.600 sacerdotes. Los misioneros vicentinos, con una “dedicación sin límites”, según la expresión del historiador Riolando Azzi, dieron gran cobertura a los obispos comprometidos en la reforma de la Iglesia, en la segunda mitad del siglo XIX. Siguiendo las directrices del Concilio de Trento, esta obra vicentina ayudó mucho en el fortalecimiento de los seminarios y en la renovación espiritual, moral e intelectual del clero.

En varias ciudades, los Misioneros Vicentinos organizaron centros misioneros, con equipos que salían a predicar misiones. La misión popular vicentina era gratuita y tenía la duración de un mes. Los misioneros desarrollaron una catequesis doctrinal, con lenguaje sencilla, fuerte énfasis en la búsqueda de la conversión, la práctica frecuente de los sacramentos y los actos oficiales de piedad. Prestaron especial atención a los pobres, con la promoción de la caridad asistencial. El gran celo pastoral de los misioneros, ante tantas dificultades, hizo que las misiones vicentinas alcanzaran innumerables ciudades y pueblos de varios estados brasileños; las misiones ayudaron mucho en la evangelización y la instrucción religiosa de la gente.

Los lazaristas se dedicaron también a la educación de los jóvenes, especialmente en sus colegios, teniendo el Colegio de Caraça como principal obra educativa. Este trabajo vicentino se caracterizó más por la enseñanza de las humanidades, teniendo como objetivo principal la formación de la persona, el carácter y la conciencia. El trabajo lazarista en la educación no se restringió a sus colegios. Los seminarios, diocesanos o vicentinos, recibieron muchos estudiantes, en su mayoría de familias pobres. La mayoría de estos estudiantes no llegó al sacerdocio, pero se benefició muchísimo en su formación personal y cultural.

2. Con el Concilio Vaticano II, el trabajo de los Misioneros Vicentinos experimentó un gran cambio. Las propuestas conciliares tuvieron fuerte impacto en la vida de la PBCM, que, de 1960 a 1990, pasó por un período de crisis y de grandes cambios: los misioneros dejaron la dirección de los seminarios diocesanos; las misiones populares cerraron sus actividades; la PBCM sufrió una fuerte crisis vocacional, muchos sacerdotes y hermanos abandonaron la Congregación; los seminarios de la Provincia fueron cerrados. 

Ante el conjunto de cambios y de hechos desencadenados por el Concilio y con su personal en constante disminución, la PBCM, de 1970 a 1990, desarrolló un esfuerzo gigantesco para renovar y reorganizar su realidad misionera y administrativa. En su acción en Brasil hasta 1970, los lazaristas dedicaron sus mejores energías al servicio de la Iglesia, especialmente en la formación del clero; desarrollaron una fuerte identidad histórica de “misionero formador del clero”, con estructuras de vida y de trabajo homogéneas y estáticas y de poco compromiso innovador con los más pobres. Desarrollaron una sólida identidad personal y comunitaria que, con los profundos cambios en la sociedad y en la Iglesia, llegó a su ocaso.
 
En el periodo pos-conciliar, la actividad misionera vicentina empezó a desarrollarse más en las parroquias. En un
proceso continuo de revisión, creció la conciencia de la destinación prioritaria de la Congregación a la evangelización de los más pobres. Fueron asumidas nuevas parroquias, en lugares pobres y dentro de una línea pastoral liberadora. La PBCM se abrió a las misiones ad gentes (enviando misioneros a Mozambique y Amazonia); desde 1989 se retomó la práctica de las misiones populares, con nuevo espíritu y con la participación de los laicos.

En la formación, los misioneros vicentinos buscaron la renovación de sus propios seminarios, dentro de una nueva pedagogía. En la mayor colaboración con la Familia Vicentina, surgió un nuevo campo de formación entre los laicos, especialmente con los laicos de las Conferencias Vicentinas y los Laicos Misioneros Vicentinos. El Santuario de Caraça tuvo todas sus instalaciones reformadas y comenzó a desarrollar una evangelización desde la cultura, el turismo y la ecología. En la actividad educativa, el Colegio de Río de Janeiro logró un notable desarrollo, asumió la pedagogía liberadora, buscando formar agentes de transformación social y promoviendo acciones y proyectos de promoción social con los pobres.

3) Actualmente, los 60 Misioneros Vicentinos de la PBCM se han esforzado por lograr una fidelidad creativa, con mayor énfasis en el servicio misionero a los pobres. Con un desempeño más modesto, están presentes en la Iglesia en varias localidades, trabajando en: parroquias principalmente en regiones más pobres, formación de sus seminaristas, servicios ocasionales al clero (magisterio, retiros, dirección espiritual, etc.), misiones populares y ad gentes, formación de los laicos, educación de los jóvenes, colaboración y acción con la Familia Vicentina y en la promoción de proyectos sociales con los pobres.

En tiempos de cambio de época, la misión vicentina en la PBCM vive grandes desafíos y convive con muchas dificultades personales, pastorales e institucionales. Sin embargo, los misioneros de la PBCM tienen consciencia de que son herederos de una gran historia a ser recordada y valorada, una historia con tantos misioneros santos y sabios e innumerables y significativos logros, totalmente orientados hacia la evangelización; siéntense llamados, sobre todo, a construir una nueva historia; siéntense desafiados a un esfuerzo constante de discernimiento y de acogida de los llamamientos de los pobres, para revitalizar su identidad misionera, desarrollando una nueva comprensión de su vocación, una nueva sensibilidad espiritual y una nueva praxis misionera. 

A lo largo de su historia, la PBCM ha contado con más de 550 misioneros, sacerdotes y hermanos, brasileños y extranjeros, y con una gran legión de amigos y colaboradores involucrados en la misión vicentina. La PBCM alaba a Dios por esta legión de misioneros, amigos, colaboradores y bienhechores y, profundamente agradecida, rinde homenaje a todos los que participaron y participan en esta historia de 200 años de misión y caridad.

P. Eli Chaves dos Santos, CM
Visitador

Oración por los 200 Años de la llegada
de los Lazaristas en Brasil

Dios de la vida y Señor de la historia,
te alabamos por los 200 años de la Congregación de la Misión en Brasil.
Y te agradecemos el amor providente con que acompañaste
a los que nos precedieron en la cosecha del reino.
Bendito seas por la fecundidad del carisma vicentino
sembrado en nuestro país y por sus frutos
en la evangelización de los pobres
y en la formación del clero y los laicos.

Nos llamas a seguir a tu Hijo Jesucristo,
revestidos con su espíritu y comprometidos con la misión.
Perdónanos las infidelidades que no nos permiten corresponder
al don que hemos recibido.
Despierta en nosotros una creciente rectitud de conciencia
y generosidad de corazón para servir como conviene
a los hermanos más necesitados,
atentos a las llamadas de cada momento.

Dinamizados por tu Espíritu,
queremos ser constantes en la oración
y profundos en el discernimiento,
inventivos en la caridad y celosos en la misión,
firmes en lo esencial y abiertos a lo nuevo,
diligentes en las iniciativas y pacientes en las pruebas,
siempre dispuestos a madurar y a dar fruto,
alimentados por la savia del Evangelio
y del carisma vicentino.

Padre Santo, acepta nuestra gratitud,
alienta nuestra entrega
y fortalece nuestra esperanza
mientras caminamos hacia ti.
Por Jesucristo nuestro Señor,
que vino a evangelizar a los pobres
en la unidad del Espíritu Santo. Amén.

– ¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
– ¡San Vicente de Paúl, rogad por nosotros!