La presencia de la Congregación de la Misión en Túnez se remonta a septiembre de 2011. Esta presencia se dio por petición del entonces Arzobispo del lugar Monseñor Maroun Laham al Superior General P. Grégory Gay. Fueron dos los misioneros enviados a la república Tunecina. Estos misioneros se instalaron en la capital –Túnez- específicamente en las parroquias San Agustín y San Fidel de la Goulette.
La república Tunecina es un país del norte de África, más precisamente, entre la costa mediterránea y el borde del desierto del Sahara. El Islam es considerado como la religión oficial del país. Se estima que la gran mayoría de la población tunecina se considera musulmana. La mayoría de los musulmanes son sunitas del rito Malikita (escuelas clásicas de la ley musulmana sunita, rito basado en la enseñanza del Imam Mālik ibn Anas). También hay musulmanes del rito Hanafite (enseñanzas de las antiguas escuelas jurídicas de Koufa y Basora y depende de un teólogo, el Imam Abū Hanīfa).
En Túnez, los cristianos representan el uno por ciento de la población siendo la mayoría de ellos extranjeros residentes. De ese uno por ciento, sólo una minoría son tunecinos convertidos. Estos “nuevos cristianos” (conversos) son a menudo hombres o mujeres jóvenes que viven su fe lejos de sus familias. A pesar de la libertad de conciencia reconocida por la Constitución, los tunecinos convertidos corren el riesgo de ser detenidos por la policía. Para las familias resulta difícil de aceptar dicha conversión pues impera el miedo a los prejuicios y a la incomprensión por parte de sus conciudadanos.
El inicio de nuestro trabajo misionero estuvo marcado por el contexto y los desafíos de la Revolución y la Primavera Árabe con sus corolarios de inseguridad reinante en esta parte del norte Africano.
Siguiendo el carisma vicentino, los misioneros desde su llegada se incorporaron a las actividades de la Iglesia. Se comenzó con los siguientes ministerios: acompañamiento a la comunidad cristiana parroquial; acompañamiento a las Hijas de la Caridad; animación al servicio carcelario y a Cáritas diocesanas, etc.
En el 2016, el Arzobispo de Túnez confió a la Congregación una segunda parroquia llamada San Félix, ubicada en Sousse y conocida por acoger turistas y estudiantes subsaharianos. Tres cohermanos africanos animan nuestras dos parroquias mientras prestan otros servicios a la Diócesis y colaboran con la Familia Vicentina.
Los cohermanos acompañan a las comunidades religiosas y les predican retiros. Brindan tutorías en francés e inglés a adultos y jóvenes a través de un curso de iniciación en el uso y el manejo de las computadoras. Este curso funciona desde el año pasado. La diócesis también ha confiado a los misioneros la Capellanía de la Clínica San Agustín, la Capellanía de la Casa Familiar de Rades, la Capellanía Diocesana de la Divina Misericordia y la Coordinación de la Comisión Diocesana para el Ecumenismo. Los cohermanos también son miembros electos del Consejo Presbiteral, del Consejo Episcopal y del Colegio de Consultores.
La familia vicentina en Túnez es muy pequeña. Esta familia está conformada por las Hijas de la Caridad, las JMVs y la Congregación de la Misión. Se intentó conformar otras ramas de la familia vicentina pero sin éxito por falta de personal.
Como familia vicentina, colaboramos en proyectos para migrantes, ancianos, madres solteras, asociaciones tunecinas, discapacitados, entre otros. Procuramos prestar atención al tema de los jóvenes y el cultivo de las vocaciones. Con bastante regularidad nos reunimos para realizar retiros espirituales y celebraciones litúrgicas especialmente las relacionadas con nuestros fundadores.
Hablando de vocaciones, el número 37 § 1 de nuestros Estatutos afirma que “Las Provincias, las Casas y todos los Cohermanos estarán deseosos de suscitar candidatos para la misión vicentina…”, Con las Hijas de la Caridad hemos formado un grupo que hace seguimiento y acompañamiento a los jóvenes que quieren conocernos mejor. Los cristianos tunecinos hacen discernimiento con nosotros así como también lo hacen otras congregaciones religiosas presentes en Túnez.
Nuestra Congregación no puede cumplir su misión sin nuevas vocaciones. Está claro que la vocación es un don de Dios y que ningún esfuerzo humano puede reemplazar la acción del Espíritu Santo. Sin embargo, Dios usa instrumentos humanos para continuar su obra de salvación. Es nuestra misión y nuestra herencia espiritual lo que nos convierte a todos en promotores vocacionales. La promoción de las vocaciones consiste simplemente en propiciar, en nuestra pastoral, las condiciones para tal fin y proporcionar los medios adecuados con el fin de despertar y ayudar a desarrollar en nuestros jóvenes la propia vocación y junto con la correspondiente respuesta. Con este espíritu hemos organizado fines de semana vocacionales que se hacen mensualmente en una u otra de nuestras parroquias. El objetivo es proporcionar un espacio donde los jóvenes estudiantes subsaharianos y conversos tunecinos nos puedan conocer mejor. Para el próximo verano (del 15 de julio al 15 de septiembre), esperamos a nueve jóvenes que vendrán a convivir con nosotros en La Goulette. Hemos alquilado apartamentos con ese propósito. El programa consistirá primeramente en compartir con nosotros la vida comunitaria, luego que participen de nuestra vida espiritual como la oración comunitaria y la Eucaristía. Además, nos acompañarán en nuestras diversas actividades vicentinas y pastorales. Se ofrecerá también un espacio para la reflexión afín de que puedan decidir el rumbo que le quieren dar a su vida una vez terminados sus estudios en Túnez. Se propiciaran espacios para que tanto las Hijas de la Caridad como los cohermanos puedan conversar con ellos.
La cuestión de la vocación sigue siendo para nosotros el primer gran desafío. Túnez es una Misión de la Curia, sin embargo, es capaz de promover las vocaciones en los jóvenes estudiantes que acompañamos. La cuestión sobre la orientación que se debe dar a los jóvenes que desean ingresar a la CM surge cada año. Si el joven una vez finalizados sus estudios de licenciatura o de maestría y que desea ingresar a la congregación ¿a qué casa de formación se le debería enviar?
La realidad de la misión en este país es muy diferente a la de otras misiones. Primero se comienza con el aprendizaje del idioma. Aprendizaje que debe perdurar en el tiempo al mismo tiempo que debe asumirse la cultura. El idioma árabe es fácil de aprender pero sigue siendo un gran desafío porque aprenderlo lleva bastante tiempo y requiere de mucho sacrificio.
Finalmente, otro desafío de nuestra presencia misionera en Túnez es la cuestión de la estabilidad. Desde el 2011 hasta hoy, varios cohermanos respondieron a la llamada misionera del Superior General para venir a Túnez pero se quedaron muy poco tiempo. Una misión como la nuestra exige una cierta estabilidad para aprender mejor el idioma y para empaparse de la cultura.
Narcisse DJERAMBETE, CM
Misión internacional de Túnez