GIUSEPPE ALLOATTI
(1857-1933)
Giuseppe Alloatti nació el 20 de julio de 1857 en Villastellone, el primero de los seis hijos de Pietro Alloatti y Caterina Chicco. Su familia era rica en fe, también tenía un tío sacerdote que, con sus consejos y bienes, apoyaba la labor de José y su hermana Eurosia.
A los veinte años, el 27 de septiembre de 1877, ingresó en la Congregación de la Misión y cinco años después, el 24 de septiembre de 1882, fue ordenado sacerdote. El deseo de su corazón le llevó a las misiones en China, pero sus superiores le enviaron a Tesalónica, donde llegó el 30 de octubre de 1882. Estaba destinado a servir a la Iglesia católica de rito bizantino en Macedonia y Bulgaria. Como párroco de los pueblos de la región, compartió con sus feligreses su visión modesta y a veces miserable. En pocos meses, aprendió su lengua, adoptó el rito bizantino y se hizo “todo a todos para ganarlos para Cristo”.
Además de evangelizar en sus parroquias, también enseñó filosofía y teología en el seminario de la Congregación en Zeytenlik, ahora un distrito de Tesalónica. Profundamente impresionado por la ignorancia espiritual del pueblo, que se manifestaba tanto en la celebración de la misa como en el descuido del culto a la Eucaristía, José rogó al Señor que le diera luz sobre lo que debía hacer. El 25 de agosto de 1884, mientras realizaba el Vía Crucis en la iglesia de Tesalónica, en la cuarta estación fue iluminado interiormente por una gracia especial con la idea de fundar una comunidad de religiosas de esa región que tuvieran como objetivo un especial cuidado y devoción a la Eucaristía y educaran a los fieles en esta devoción.
Después de tres años de reflexión y oración para comprender la voluntad de Dios, su hermana Eurosia, fortalecida también por las palabras proféticas de San Juan Bosco, llegó a la ciudad de Salónica y, tras un año de preparación, el 21 de abril de 1889 fundaron juntos la Comunidad Religiosa de las Hermanas Eucaristinas. El padre Giuseppe consagró todas sus fuerzas y talentos espirituales y físicos a esta comunidad, transmitiendo su carisma.
Hombre de gran oración, severo asceta, celoso predicador y confesor, padre espiritual tanto para sus hermanas como para el pueblo y los sacerdotes, fue también escritor y poeta. Se conservan más de ocho mil páginas manuscritas de sus escritos en búlgaro e italiano: obras teológicas, manuales, unos 400 poemas, cartas, etc., que representan un gran y casi desconocido legado.
Al empeorar su salud, el padre José se vio obligado, con profundo dolor, a dejar Sofía, donde se habían establecido las Hermanas Eucarísticas, y a regresar a Italia. Pasó los últimos seis años de su vida en Chieri, donde murió el 27 de marzo de 1933.