En los últimos tiempos se han iniciado nuevas causas de beatificación de algunos de nuestros misioneros que dieron su vida para dar testimonio de su fe y permanecer firmes en su misión de apóstoles de Cristo.

Mártires en Chengtingfu (hoy Zhengding) en China, 9 de octubre de 1937:

Seis sacerdotes y dos hermanos de la Congregación de la Misión: Mons. Frans Hubert SCHRAVEN, holandés, P. Eugene Antoine BERTRAND, francés, P. Thomas Ferdinand ČEŠKA, croata, P. Lucien André CHARNY, francés, P. Gerard WOUTERS, holandés, H. Anton GEERTS, holandés, H. Wladislaw PRINZ, polaco.  El trapense P. Emmanuel ROBIAL, francés, y el laico Anton Alexander BISKUPIČ, eslovaco.

En un ataque en su Misión durante la guerra chino-japonesa, el 9 de octubre de 1937, fueron asesinados por negarse a entregar a las mujeres que se habían refugiado en la Misión. No temieron la amenaza de la muerte y la afrontaron fieles a su misión.

La Causa de Beatificación solicitada y apoyada por nuestros misioneros holandeses, no pudo iniciarse en China por las conocidas dificultades; se inició en Holanda en la Archidiócesis de Roermond, hace unos diez años, el 23 de marzo de 2013. Dos estudiosos holandeses, el Sr. Vincent Hermans y la Sra. Marja Grim, llevaron a cabo un largo y exigente trabajo histórico, y para su investigación recorrieron todos los archivos afectados e incluso en China, donde encontraron el recuerdo de los mártires aún presente.

La “Positio super maryrio”, es decir, la síntesis de todo el trabajo histórico y teológico sobre la base de los documentos y testimonios del Proceso, presentada por el Postulador P. Giuseppe Guerra y el Vicepostulador P. Wiel Bellemakers, fue sometida, como exige el procedimiento, a la Comisión de 5 historiadores nombrada por la Congregación de los Santos. El 3 de febrero de 2022, dieron su voto unánime y positivo a la investigación histórica realizada y se manifestaron a favor de que su muerte sea considerada un verdadero martirio.

Ahora esperamos el ulterior juicio de los teólogos y de los obispos, para que el Santo Padre, con su autorizada decisión, promulgue el Decreto sobre el martirio. Entonces podremos asistir a su solemne beatificación.