Mis queridos hermanos,

            ¡Que la gracia y la paz de Jesús estén siempre con nosotros!

Iniciamos formalmente la preparación de la celebración del 4o centenario de la Fundación de la Congregación de la Misión con un Rito de Apertura en el Colegio Leonino de Roma el 17 de abril de 2023. El Rito de Apertura formaba parte de un Programa titulado “Revestirse del Espíritu de Cristo: 4o Centenario de la Fundación de la CM” que fue enviado a toda la Congregación. El Programa contenía también un Examen de Conciencia y varios temas para nuestra reflexión en los próximos dos años.

En línea con nuestra celebración, que es la “revitalización de nuestra identidad”, deseo recordarnos a todos algunas prácticas espirituales que forman parte de nuestra Espiritualidad y de algunos de los principales fundamentos que nos legó nuestro Santo Fundador. He compartido estos fundamentos en algunas de mis cartas anteriores, algunos de ellos están contenidos en el Documento Final (Prioridad: Espiritualidad) de la 43o Asamblea General, pero, sobre todo, estas prácticas espirituales se mencionan en nuestras Reglas Comunes, así como en nuestras Constituciones (Capítulo IV, Oración).

Al tomar en serio la revitalización de nuestra identidad, está muy claro que, en primer lugar, necesitamos revitalizar nuestra identidad en el campo de nuestra Espiritualidad, comenzando por las áreas más básicas y luego seguir construyendo nuestra casa Espiritual cada vez más grande y fuerte. Poner en práctica diariamente, las áreas enumeradas en esta carta, es muy importante y la forma más eficaz de avanzar. Por lo tanto, cada uno de nosotros, cada cohermano de la Pequeña Compañía, debe responder personalmente a la siguiente pregunta: ¿Cómo estoy poniendo en práctica diaria los puntos de nuestra Espiritualidad enumerados en esta carta? En la sed de un nuevo Pentecostés dentro de nuestra Congregación, debemos responder a cada uno de los puntos.

Si, como miembro de la Congregación, no estoy poniendo en práctica algunos de los puntos de nuestra vida Espiritual, no puedo llegar a otra conclusión o decisión, sino a la necesidad de comenzar inmediatamente a incluirlos todos en mi vida espiritual. Si nuestros cimientos no son sólidos, no están construidos sobre roca, todo lo demás que podamos intentar construir en las áreas de nuestra Espiritualidad y Carisma, de hecho, estará construido sobre arena. Al final, esto no nos llevará a la tan deseada revitalización de nuestra identidad, a la conversión personal y común, y a un nuevo Pentecostés en nuestra Congregación.

En nuestra peregrinación común para ayudarnos a alcanzar este objetivo, pido a los Visitadores, a los Superiores Regionales, a los Superiores de las Misiones Internacionales y a los Superiores locales que animen, apoyen y se aseguren de que cada cohermano y cada comunidad pongan en práctica los siguientes fundamentos espirituales:

  1. La oración diaria. Según San Vicente la oración es “la fuente viva de la vida espiritual del misionero” (C 41). Nuestras Constituciones proponen la celebración de la oración de la mañana y de la tarde en común (C 45, § 3), dedicando una hora diaria a la meditación (media hora en común y, si es posible, media hora en privado). “Dadme un hombre de oración” decía San Vicente, “y será capaz de todo” (CCD XI, 76).
  2. Celebración eucarística diaria. Nuestras Constituciones (C 45, § 1) nos recuerdan también la celebración diaria de la Eucaristía, “fuente viva” de la que “mana la fuerza de nuestra actividad apostólica y de nuestra comunión fraterna.”
  3. La recepción frecuente del Sacramento de la Reconciliación para “la conversión continua y la autenticidad de la vocación” (C 45, § 2).
  4. Lectura regular de la Palabra de Dios, Reglas Comunes y Constituciones (RC XII, 14). Nuestras Reglas Comunes y Constituciones nos aconsejan esforzarnos continuamente por un conocimiento más profundo de nuestro espíritu volviendo al Evangelio y al ejemplo y enseñanza de San Vicente (C 8).
  5. Devoción a la Santísima Virgen María. El Concilio Vaticano II presenta a María como modelo sobresaliente de fe y caridad (LG 53) y San Vicente nos exhorta a tener una especial devoción a Nuestra Señora (C 49, § 1 y § 2).
  6. Dirección espiritual. Nuestra tradición nos exhorta, como ayuda en el camino de la vida, a hablar sencilla y confidencialmente con un director espiritual sobre nuestras alegrías y tristezas, nuestras luchas cotidianas y nuestros éxitos y fracasos. San Vicente hablaba a menudo de la necesidad de la dirección espiritual. La recomendaba al menos varias veces al año (cf., CR X, 11). Animo a cada cohermano, si no la ha seguido, a renovar esta santa práctica por el bien de su alma y de las almas de las personas a las que está destinado a servir.
  7. Reflexiones y/o retiros sobre temas de Espiritualidad Vicenciana. Durante estos dos próximos años, procuremos organizar retiros anuales (C 47, § 2) en torno a temas vicencianos, tomando como guía las reflexiones que os envié. Con este fin, os envié algunas guías de temas vicencianos desde una dimensión profética, misionera y sinodal. Por supuesto, también podéis utilizar otros materiales vicencianos para este fin.

La auténtica revitalización implica un cambio interior o conversión. Es una experiencia espiritual de progresiva identificación con Jesús, el Evangelizador de los pobres. San Vicente y los cohermanos que nos precedieron emplearon las prácticas descritas anteriormente para ayudarse en el camino de la conversión. Lejos de considerarlas anticuadas, estas prácticas siguen siendo pertinentes y útiles hoy para nuestro crecimiento en la santidad.

Que Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, San Vicente de Paúl, y todos los santos y beatos vicencianos, nos acompañen en nuestro camino espiritual hacia un nuevo Pentecostés.

Su hermano en San Vicente,
Tomaž Mavrič, CM
Superior General