Dar testimonio es el punto central de nuestra vida, el corazón de la enseñanza de Jesús a los discípulos en vista de su misión en el mundo.

Evangelizar “no es ni cumplir una función ni hacer proselitismo sino ante todo dar testimonio de Jesús con su vida” – subraya el Papa Francisco.

1. Jesús como el modelo definitivo de testimonio.

Jesús es la verdadera revelación del Padre. Él lo revela no sólo en palabras sino en toda su vida. Sus gestos, los milagros, los silencios, las palabras, todo en Jesús es una manera de mostrarnos al Padre.

Podríamos decir que Jesús vino no sólo para salvarnos sino para dar testimonio del Padre.

Este testimonio crece y se fortalece en el encuentro cotidiano con el Padre, donde se centra en un diálogo constante y profundo, una constancia en la búsqueda de su voluntad y un querer configurar su vida a la del Padre.

Jesucristo se identifica de tal manera con el Padre que responde: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre”. Es decir, sabe que su vida, sus palabras y sus obras están plenamente configuradas con su Padre, tanto que es capaz de afirmar que quien lo ha visto a Él, ha visto al Padre.

Jesús mismo es un pedagogo del testimonio, El Señor trasmitió a los discípulos un programa, según el cual primero debían dar testimonio del Evangelio en Jerusalén, luego en Judea y Samaria, y finalmente hasta los confines de la tierra. Era un plan progresivo. La forma en la que los apóstoles cumplieron este esquema misionero viene a ser uno de los mayores mensajes del libro de los Hechos. Por lo tanto, es el “modelo” de todo testimonio y nos da las herramientas posibles para hacer lo mismo.

El primer mandato del Resucitado no fue otro que dar anuncio: “No teman. Vayan, avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.” Y a toda la comunidad les pide: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado.”

2. La Iglesia y la experiencia de Pentecostés

Ante la pregunta de cuál ha sido el verdadero cambio en los discípulos con la experiencia de Pentecostés, podemos afirmar que ha sido “el anuncio”. Reciben el Don del Espíritu Santo y con él, no sólo la posibilidad de que todos pueden entender el mensaje, sino la valentía para poder anunciarlo. Es notorio este cambio en la comunidad, primeramente, vemos una comunidad con temor y encerrada y luego unos discípulos que salen para dar testimonio de lo que han visto y oído.

Sin la gracia del Espíritu Santo no es posible el anuncio. Sólo Él es quien otorga las fuerzas necesarias y las palabras para realizarlo.

Todo el testimonio apostólico se centra en el accionar del Espíritu, sin él nada hubiese sido posible.

El Espíritu Santo nos capacita para comprender y asimilar la verdad del Evangelio. En Juan 14:26, Jesús promete enviar al Espíritu Santo como nuestro Consolador y Maestro: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho”. El Espíritu Santo nos ilumina y nos guía en la comprensión de las Escrituras, revelándonos la verdad y la profundidad del amor de Dios manifestado en Jesucristo. A medida que nos sumergimos en la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos revela la belleza del Evangelio y nos da discernimiento para vivirlo y proclamarlo con sabiduría.

Además, el Espíritu Santo nos llena de poder y nos capacita para ser testigos audaces. En Hechos 1:8, Jesús les dice a sus discípulos: “pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y sarán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último confín de la tierra”. El Espíritu Santo nos fortalece y nos llena de valor para hablar y actuar en el nombre de Jesús. Nos capacita para superar el miedo y la timidez, y nos anima a proclamar la verdad del Evangelio con pasión y convicción. A través del poder del Espíritu Santo, nuestras palabras y acciones se convierten en instrumentos de transformación y testimonio vivo del amor de Dios.

3. El testimonio como motor de conversión

La evangelización es dar testimonio de mi encuentro personal con Jesucristo.

Muchas veces, como Iglesia, hemos dado prioridad a la catequesis y a la formación, mucho más que al encuentro personal. Si nos preguntaran: “qué te llevó a la conversión?”, es probable que la respuesta sea “una experiencia” y no la formación.

¿Quién de nosotros conoció un santo en persona?

Es probable que respondamos que ninguno tuvo la posibilidad, pero si hablamos de la santidad como un modelo de testimonio, tal vez la respuesta sea diferente.

He tenido la gracia de conocer santos en mi vida, los cuales hicieron que me cuestione cosas profundas en mí. Estos “santos” cambiaron no solo mi forma de pensar, sino mi relación con Dios y con la Iglesia.

Una vez en una homilía me cuestioné si con lo que compartía con la gente alguno pudo convertirse, la respuesta fue “uno” pero si aún avanzaba en la pregunta y la cambiaba por “si por como vivo alguno pudo convertirse” es probable que ninguno responda.

Por lo tanto, la conversión, en casi todos los casos, viene de un encuentro con un testimonio del Evangelio, con la maravilla de saber que alguien me ha mostrado, en parte, el rostro de Dios y lo he conocido.

Pero ¿cómo es posible algo así? Para ello se requiere “Revestirse del Espíritu de Jesucristo”. Sin la realidad de hacernos uno con él, el testimonio es imposible.

En mi vida todo tiene que hablar de Cristo, mi tiempo, mis palabras, mis modos, mi trabajo… todo debe ser un reflejo de él.

Nuestra misma Vida Comunitaria incluso debe ser un claro testimonio del Señor, y como modo de evaluación podemos preguntarles a las personas que trabajan con nosotros ¿qué piensan de nosotros? Y esta respuesta será una medida de que tan ligada al Evangelio es nuestra Comunidad.

4. Nuestro testimonio cristiano hoy

En la era digital en la que vivimos, la tecnología ha transformado la forma en que nos relacionamos, comunicamos e interactuamos con el mundo que nos rodea. Las redes sociales, los dispositivos móviles y las plataformas en línea se han convertido en herramientas poderosas para compartir información, conectar personas y difundir mensajes. En este contexto, el testimonio cristiano también enfrenta desafíos y oportunidades únicas. Pero, ¿cómo podemos abordar estos desafíos y aprovechar las oportunidades para ser testigos efectivos de Cristo en la era digital?

Los desafíos del testimonio cristiano en la era digital

La saturación de información:

En la era digital, estamos expuestos a una avalancha constante de información y contenido. Esto puede dificultar que nuestro mensaje cristiano se destaque y llegue a las personas de manera significativa. Debemos ser conscientes de esta realidad y buscar formas creativas de presentar el Evangelio de manera relevante y atractiva.

La superficialidad de las interacciones:

Las redes sociales y las plataformas en línea fomentan una cultura de interacciones rápidas y superficiales. Esto puede dificultar la transmisión de un testimonio cristiano profundo y significativo. Necesitamos ser intencionales en nuestras interacciones en línea, buscando oportunidades para profundizar en las conversaciones y compartir nuestro testimonio de manera auténtica.

La polarización y el conflicto:

Las plataformas en línea a menudo se convierten en espacios donde las opiniones se polarizan y los conflictos se intensifican. Es importante que, como testigos cristianos, nos esforcemos por mantener una postura de amor, respeto y humildad en nuestras interacciones en línea. Nuestro testimonio debe reflejar el amor y la reconciliación de Cristo, incluso en medio de las diferencias.

Las oportunidades del testimonio cristiano en la era digital

Alcance global:

La era digital nos brinda la oportunidad de alcanzar a personas en todo el mundo con el mensaje del Evangelio. A través de las redes sociales, los blogs y otras plataformas en línea, podemos compartir nuestro testimonio y las buenas nuevas de Jesús con personas que de otra manera no podríamos alcanzar. Debemos aprovechar esta oportunidad para llevar el mensaje de esperanza y salvación a todas las naciones.

Conexión y comunidad:

A pesar de la superficialidad que puede existir en las interacciones en línea, también hay una oportunidad para construir comunidades virtuales significativas. Podemos conectarnos con otros creyentes, compartir nuestras experiencias de fe y alentarnos mutuamente a medida que crecemos en Cristo. Debemos aprovechar estas plataformas para fortalecer nuestra fe y edificar a otros en la fe, sobre todo con aquellos que no son parte de “nuestro mundo”.

Creatividad y variedad de formatos:

La era digital nos brinda una amplia gama de formatos y herramientas para compartir nuestro testimonio. Podemos utilizar imágenes, videos, podcasts y otros medios para comunicar de manera efectiva el amor de Cristo. Debemos ser creativos y aprovechar estos recursos para llegar a diferentes audiencias y generar un impacto significativo. “Ti Spedisco in Convento”

Principios para un testimonio cristiano efectivo en la era digital

Autenticidad:

En un mundo digital lleno de máscaras y falsedades, es crucial que nuestro testimonio sea auténtico y genuino. Debemos compartir nuestras experiencias personales de encuentro con Cristo y cómo ha transformado nuestras vidas.

Sabiduría en el uso de las redes sociales:

Las redes sociales pueden ser herramientas poderosas para compartir nuestro testimonio, pero también pueden ser una fuente de distracción y tentación. Debemos ser sabios en el uso de estas plataformas, estableciendo límites saludables y evitando caer en la comparación, los chismes o la adicción. Nuestra presencia en línea debe reflejar los valores cristianos y glorificar a Dios.

Oración y dependencia del Espíritu Santo:

El testimonio cristiano en la era digital no depende solo de nuestras habilidades o estrategias, sino de la obra del Espíritu Santo en nosotros y en aquellos a quienes alcanzamos. Debemos comprometernos en oración constante, buscando la dirección del Espíritu y confiando en su poder para transformar vidas a través de nuestro testimonio.

Enfocarnos en Jesús y su amor:

En última instancia, nuestro testimonio debe apuntar a Jesús y su amor redentor. Debemos destacar su obra en la cruz y su capacidad para transformar vidas. Nuestro objetivo principal no es impresionar a otros con nuestras palabras o conocimientos, sino señalar a Cristo como el único camino a la salvación y la esperanza verdadera.

En conclusión, el testimonio cristiano en la era digital presenta desafíos y oportunidades únicas. A medida que nos enfrentamos a la saturación de información, la superficialidad de las interacciones y los conflictos en línea, debemos recordar que también tenemos la oportunidad de alcanzar a personas en todo el mundo, construir comunidades virtuales significativas y utilizar una variedad de formatos para compartir el amor de Cristo. Siguiendo principios como la autenticidad, la sabiduría, la oración y el enfoque en Jesús, podemos ser testigos efectivos en la era digital y llevar la luz de Cristo a través de nuestras palabras y acciones en línea.

P. Hugo Vera CM

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