A poco más de 200m de la línea fronteriza entre Costa Rica y Panamá, rodeada las verdes montañas al fondo, se encuentra la Capilla al Sagrado Corazón de Jesús en Río Sereno Panamá, donde cinco seminaristas costarricenses llegaron el día 6 hasta el 17 de julio pasado, con el fin de vivir una experiencia de misión en la zona fronteriza en el sector panameño. Esta experiencia forma parte de las iniciativas de acercamiento y colaboración que la Región de Panamá y la Viceprovincia de Costa Rica han iniciado aprovechando la cercanía de ambos países.

La misión estuvo organizada de manera que a los jóvenes seminaristas se les presentó la oportunidad de conocer un poco la realidad, el trabajo y el acompañamiento que se realiza con los pueblos atendidos desde Río Sereno, así como con la población indígena ngöbe. Además, de realizar una gira para visitar algunos proyectos relacionados con política migratoria para población ngöbe llevados acabo por la Municipalidad de San Vito en Costa Rica, otros proyectos surgidos de la iniciativa civil orientados para el cuidado de los niños ngöbe, y una visita al centro de restauración de la Comunidad Encuentro para jóvenes con problemas de adicción.

Dejemos que uno de los seminaristas, Daniel Torres Salazar, nos narre lo que significó para él esta experiencia de misión, que en sus propias palabras nos dice que: “…permitió conocer realidades sociales y pastorales muy diversas, y también adoptar percepciones muy interesantes de cómo un misionero vicentino puede hacer presencia de Jesucristo estando inmerso en la cotidianidad de la comunidad.”

  • ¿Daniel qué encontraste en esta misión?

Este lugar se encuentra justamente en la frontera con Costa Rica y el hecho de ser territorio fronterizo le brinda a la misión una serie de características diferentes a las que estábamos acostumbrados a ver en nuestro país. Nos permitió conocer realidades sociales y pastorales muy diversas, y también adoptar percepciones muy interesantes de cómo un misionero vicentino puede hacer presencia de Jesucristo estando inmerso en la cotidianidad de la comunidad.

  • De las experiencias que ustedes tuvieron durante esos días ¿Puedes hablarnos rápidamente relatarnos una en especial?

Una de las experiencias interesantes fue cuando acompañamos a un grupo de hombres de la comunidad que trabajan en la toma de agua que abastece a miles de personas de distintos pueblos. Esta toma de agua se encuentra en un lugar bastante complicado de acceder, con carreteras en mal estado y aproximadamente cuarenta minutos de caminata en la montaña. Sin embargo, lo más remarcable es que, estos hombres dedican su tiempo en dar mantenimiento a las tuberías y a reparar lo más rápido posible las averías que puedan surgir. Sin importar si es de noche o si llueve (cabe recalcar que es un lugar sumamente alto por lo que tiene temperaturas considerablemente bajas), los colaboradores acuden al lugar para solucionar los problemas de la comunidad.

Conversando con estos hombres, nos comentaban que ven su trabajo, no solo como un aporte a las comunidades, sino también como un servicio y una entrega a Dios. Son conscientes de que el agua, al igual que toda la creación, es un don del Señor, y ellos se han sentido llamados a administrar este don precioso que se les confía. Y es justamente aquí donde entra en juego la labor tan importante del misionero, de acompañar espiritual y pastoralmente estas obras inspiradas por el Espíritu. La labor de encausar los deseos de servir, hacia un fin más grande. Darles un sentido que trasciende y que les permita ofrecer su trabajo y su cansancio cotidiano al Señor, ofreciendo al mismo tiempo un servicio vitalísimo a las familias de la comunidad.

Además, tuvimos la oportunidad de celebrar la Santa Eucaristía allí mismo junto a los colaboradores, lo cual fue muy significativo para ellos y les motiva a seguir adelante con esa labor tan admirable.

  • Esta experiencia que nos narras ¿Qué te dice para tu vocación o qué riqueza extraes?

Realmente fue una experiencia muy enriquecedora porque nos muestra lo mucho que un sacerdote misionero, quien hace presencia de Cristo en estas realidades, puede hacer por grupos sociales como este, que aspiran santidad; y nos muestra también la Gracia que nos da el Señor al convertir situaciones ordinarias en oportunidades de evangelización y acompañamiento. Oportunidades para edificar el Reino de Dios en medio de la sencillez y disposición de las personas.

Nos sentimos muy agradecidos con Dios, por habernos permitido ver su acción en el rostro entusiasmado de nuestros hermanos dispuestos a cansarse para que los demás descansen, dispuestos a entregarle su labor al Señor.

Cabe destacar que la agenda de esta experiencia de misión fue coordinada y dirigida por el P. Erick Obaldía CM, misionero de la Región de Panamá encargado del Sector de comprendido por el Municipio de Renacimiento, cuyo centro misionero es la comunidad de Río Sereno y que pertenece a la Parroquia de Nuestra Señora de la Caridad en Volcán, cuyo cuidado está a cargo de los cohermanos de la Región de Panamá.

Este tipo de experiencias no sólo enriquecen los lazos de fraternidad entre los cohermanos “ticos” y panameños, sino que, ha permitido dar pasos concretos sobre el fortalecimiento de una visión o conciencia congregacional más allá de nuestras fronteras, como diría San Vicente de Paúl “Nuestra vocación consiste en ir, no a una parroquia, ni sólo a una diócesis, sino por toda la tierra; ¿para qué? Para abrazar los corazones de todos los hombres, hacer lo que hizo el hijo de Dios…” (XI, 553).

Est. Luis R Suárez C. CM
Oficina de Comunicación Viceprovincia de Costa Rica
Entrevistado: Daniel Torres Salazar

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