Entré en la Congregación de la Misión porque deseo ofrecerme para ayudar a la formación de las próximas generaciones de sacerdotes y líderes laicos en la Iglesia. Si hay alguna imagen de San Vicente de Paúl que realmente me inspira, es la de Vicente el reformador de la Iglesia, el misionero, el formador de seminarios.
Fui profesor de sociología en la Universidad de Filipinas durante 15 años antes de unirme a los Vicencianos. Ingresé en el Seminario de San Vicente (SVS) en Quezon City, Filipinas, en 2019. Cuando escuché por primera vez la llamada a trabajar en la formación del clero, había en mí una mezcla de miedo y emoción. Miedo, porque el sacerdocio es una cosa seria, un don precioso que Cristo ha dado a la Iglesia. ¿Quién soy yo para ser llamado a formar a la próxima generación de sacerdotes? Pero también hay emoción, porque, de nuevo, el sacerdocio es algo serio, un don precioso que Cristo ha dado a la Iglesia. La formación de sacerdotes es, sin duda, algo que dará sentido a mi propia vida. Es algo a lo que puedo comprometerme con todas mis energías y recursos. Abrazando esta llamada podré convertirme en la mejor versión de mí mismo.
Fue mi contacto con la formación en el seminario a través de la Escuela de Teología de San Vicente (SVST) lo que plantó la semilla de la vocación vicenciana en mi corazón. Habiendo tenido la oportunidad de enseñar varios cursos y hacer trabajos de investigación en SVST en el pasado, vi lo importante que es que los aspirantes a sacerdotes estén equipados para todo el buen trabajo que van a hacer. Poco me imaginaba que, en todos los años que he estado implicado en la labor del SVST, ya me estaban preparando para asumir esta tarea. Es un trabajo al que me siento muy atraído y un ministerio que el Señor me pide que considere con amor.
Llevo mucho tiempo preguntándome: ¿qué tipo de sacerdotes necesitamos para la Iglesia de hoy? El mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más complejo y difícil para vivir; si nuestros sacerdotes no están preparados para afrontar los retos de los tiempos, entonces nuestra labor de evangelización se paraliza, y toda la Iglesia acaba sufriendo. La Iglesia de hoy necesita sacerdotes que tengan un corazón para los pobres: que sean celosos y disciplinados en su trabajo, humildes y accesibles en su disposición, y sencillos en su estilo de vida. El sacerdote de hoy debe ser a la vez inteligible y laborioso, un poderoso predicador de la Palabra y un pastor eficaz. La visión vicenciana de los sacerdotes en misión es tan actual hoy como lo ha sido en el pasado. Todavía queda mucho por hacer. Como vicencianos, estamos llamados a abrazar esta misión como nuestra manera de seguir al Señor.
Formemos las próximas generaciones de sacerdotes y líderes laicos para nuestra Iglesia. ¡Ven y únete a nosotros! ¡Sé un misionero vicenciano!
Sem. Manuel Victor J. Sapitula, CM
Estudiante de segundo año de Teología
Casa De Paul – Seminario San Vicente
Congregación de la Misión – Provincia de Filipinas
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