La Familia Vicentina, Los Espigadores, la Curia, Roma, 2000

 

Una vez, hace más de veinte años, me pidieron (o se concedió el permiso) para pintar un ciclo de murales en el recibidor de la Curia General en Roma. El P. Robert Maloney CM, Superior General en aquel momento, había oído y visto algunos de mis trabajos de arte mural en Chicago. Así que pensé que me permitiría esta oportunidad con tranquilidad. Los otros cohermanos que vivían en la Curia en el año 2000, naturalmente, fueron más reservados. Seguro que pensaron que tendría algunos bocetos y un tema listos cuando entrase por la puerta en febrero de aquel año. Le enseñé a la comunidad una presentación con mis anteriores trabajos en murales, y cuando acabé les pregunté “¿Qué debería decir una composición mural a los visitantes de la Curia? ¿Qué quieren ustedes, los miembros de la comunidad de la casa, que diga este mural?” Preguntándoles esto, me ponía a su servicio, y los cohermanos estaban sorprendidos. No sabían que el arte se podía hacer estrictamente desde un diálogo con ellos. No sabía que ellos mismos podían fabricar parte de ese arte. Soy un artista cuyo ser es un instrumento para la voluntad de la comunidad. Lo que esa comunidad sea y dónde se encuentre. Esta es la verdadera esencia de cómo trabajo y enseño arte, para poder ser la voz de los que no tienen voz. Si mi versión del cómo hacer arte hubiera estado presente en el tiempo de Vicente, creo de verdad que habría estado cómodo con cómo lo estaba haciendo, a intentaría animarme.

Para mucha gente, el estereotipo de cómo se hace el arte parece estar centrado en uno mismo. En realidad, esto es así en la forma comercial contemporánea de hacer arte. Es trabajo de los artistas hacer piezas que sean mercancía, venderlos y promocionar el nombre del artista. Es complicado para ellos separar la obra privada del artista de su figura pública, y ocurre lo mismo de diferentes maneras.

Para mí es diferente. Me gusta hacer murales porque los murales no pueden ser una mercancía del arte. Están disponibles para todo el mundo para que los disfruten en cualquier momento, sobre todo los que están en muros exteriores. Puede sonar algo socialista, pero puede ser también un enfoque muy cristiano. Déjenme darles un par de ejemplos.

Estaba en mi oficina de la Universidad DePaul un día en 2007, y recibí la llamada de un representante de una escuela católica de Philadelphia (Pennsylvania, en la costa este de EEUU). La escuela (DePaul Catholic School) conocía algunos de mis trabajos, y quería invitarme a hacer un mural para ellos. Su intención es que se mostrara al vecindario lo que su nueva escuela significaba. Si el lector tiene los recursos para explorar los murales de Philadelphia, le llevará a una revelación. La ciudad entera entiende el valor de una obra de arte pública apoyada por la comunidad. La ciudad está llena de estas.

Huerto de San Vicente, Escuela Católica DePaul, Philadelphia PA, 2010

Mientras escribo esto, hay alrededor de 4.000 piezas murales en todas partes de Philadelphia. Las hay tanto en barrios ricos como pobres. Todos están muy bien mantenidos y se van añadiendo nuevos cada año. así que cuando llegó el momento de empezar a trabajar con la gente de la DePaul Catholic School en Germantown, en Philadelphia, me presentaron a todo el barrio. Sobre 200 personas de la escuela y el barrio vinieron a mi presentación y a mi conferencia. Entendieron, colectiva e inmediatamente, lo que querían decir y pudieron ver que les escuchaba. Un mes después, cuando les enseñé mi primer boceto para la escuela, se dieron cuenta de que les había escuchado. La totalidad del barrio aprobaron la propuesta y se sintió alegría por el proyecto por todo él.

Hicieron falta tres sesiones en verano (de seis semanas cada una) en las que dirigí a todos y cada uno de los voluntarios en un taller al aire libre. Se separaron las partes básicas del mural para que cualquiera entre los 6 y los 85 años pudieran venir a ayudar a pintar el mural. Y lo hicieron. Sobre 250 personas vinieron a ayudar a pintar e instalar el mural. Lo completamos en 2010. Entre estas personas estaba nuestro propio Superior General del tiempo, el P. Gregory Gay CM.

El color, la composición y todo el mundo que participó son una gran prueba de la efectividad del mural. Aún es una de las partes más brillantes de Germantown.

A lo largo de los años he colaborado con otros barrios de Chicago de la misma manera. Uno de ellos es el barrio de South Chicago. Es un barrio pobre con un centro de arte muy organizado. Se me pidió que colaborara con artistas locales jóvenes y con mis propios alumnos en DePaul. A través de muchas sesiones con los estudiantes del centro artístico forjaron un tema, el de decir “no” a las bandas organizadas y respetar a los héroes del barrio. Cuando se instaló el mural a finales del verano de 2007, fue recibido bien por su mensaje positivo.

Tengo otras piezas alrededor de los Estados Unidos, tanto en escuelas como en parroquias. Todos hechos con el mismo sistema. Ahora mismo estoy trabajando en un proyecto agotador en la Universidad DePaul. Está bajo la parada de tren de Fullerton en el barrio de Lincoln Park. Las vías están sostenidas en elevación por unos grandes pilares de cemento. Ya que DePaul celebrará pronto su 125 aniversario, me pareció que estaría bien ilustrar su historia decorando los pilares que sostienen la estación. Conté con la colaboración de la Autoridad de Tráfico de Chicago y de la universidad. Ambos estaban muy contentos con la idea. Todo el contenido viene de gente de la universidad. El claustro de profesores, el personal y los estudiantes. Los estudiantes han hecho una gran labor en fabricar los 18 pilares que componen la colección hasta el momento, y cuando se completen habrá 25.

 

Mural en la calle 91. Mark y estudiantes en el Sky Art Center en Chicago IL.

 

A finales del siglo XX, DePaul se conocía como “The Little School Under the L” (la Pequeña Escuela Bajo Lincoln). Seguro que a san Vicente le gustaría ese apodo. La última vez que contamos, tenemos 22.000 estudiantes, pero el espíritu de la “pequeña” escuela sigue ahí, así que esta pieza es “The Story of the Little School Under the L, Under the L” (La Historia de la Pequeña Escuela Bajo Lincoln, Bajo Lincoln).

Todo lo que he podido leer de san Vicente me dice que, en su tiempo, dedicarse a las artes visuales no era algo a lo que un miembro de la Congregación debiera dedicarse. Creo que le molestaba la vanidad y la comercialización que veía en el arte de aquel tiempo. Así que ¿qué pensaría de mis esfuerzos en 2021?

El Hno. Mark y la historia de la pequeña escuela bajo la “L”, bajo la “L”, 2021. Crédito de la foto: Jaime Moncrief

Realmente creo que estaría cómodo con él. Porque lo vería como una forma en que las comunidades empobrecidas tuvieran una forma de tener una voz y mostrar lo que es importante para ellos. La propiedad del mensaje, la alegría del empoderamiento, son cosas maravillosas que se ven en la gente en cada pieza que ayudo a crear.
Puede que a San Vicente no le gustara su retrato en el recibidor de la Curia (¿Cómo podría gustarle, siendo un verdadero santo de la humildad como era? Pero fue elección de los cohermanos de la casa de aquel momento tenerlo ahí. Igual que el resto del mural fue suyo. Hicieron grandes decisiones sobre él que aún pueden ser vistas hoy en día.

Por Hno. Mark Elder CM
Miembro del claustro de la Escuela de Artes en la Universidad DePaul en Chicago, Illinois

 

 

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